En Guatapé se vivió un fin de semana lleno de color, flores y tradiciones. Como cada año, el municipio del Oriente antioqueño celebró sus tradicionales fiestas de Zócalos, Flores, Silletas y Colores, que desde 2018 se convirtió en un preámbulo de lujo para la Feria de las Flores, sobre todo para que los visitantes de otras regiones y el exterior que vienen a la Feria en la capital antioqueña entren en ambiente con una programación rica en eventos culturales y rescate de tradiciones en el concurrido pueblo del embalse.
Las fiestas rinden tributo a un símbolo con un significado único para los guatapenses, los zócalos, que en los 80 pasaron de ser un aditamento práctico para evitar que las esquinas de las casas fueran carcomidas por la humedad y el agua para convertirse en el nuevo elemento de identidad de un pueblo que necesitaba reinventarse después de que para la construcción del embalse fuese necesario sumergir parte del casco urbano de Guatapé a finales de los 70.
El cierre estuvo a carga de 51 silleteros de Santa Elena, que recorrieron las calles del municipio, llevando consigo coloridas y creativas silletas.que rinden homenaje a una de las tradiciones más representativas de Antioquia.
La gente se preguntará sobre por qué en Guatapén honra también entre sus fiestas tradicionales a los silleteros, que desde hace 68 años son el eje central de las festividades tradicionales de Medellín, como homenaje al rol que cumplieron sobre todo hasta mediados del siglo XX dinamizando con su esfuerzo el comercio en las plazas de mercado de la ciudad, garantizando que la creciente población urbana de Medellín tuviera a disposición, no solo flores sino hortalizas y otras plantas.
Pues bien, justamente el Plan Especial de Salvaguardia de la Manifestación Cultural Silletera, el documento que protege esta tradición como un elevado patrimonio inmaterial del país, relata que las investigaciones históricas disponibles señalan que Marinilla, San Andrés del Cauca, Carmen, Ceja de Guatapé y Santuario “fueron los sitios del Oriente antioqueño donde se concentró la presencia de cargueros y terciadores finalizando el siglo XVIII, debido a la necesidad de introducir productos desde los puertos adyacentes al río Magdalena hasta los sitios del interior de la provincia de Antioquia”. El caso más notable es el de Marinilla, donde había más de 200 personas dedicadas al oficio.
Esto, además del hecho de que el corregimiento de Santa Elena se pobló, en buena medida, con las migraciones que se dieron desde municipios del Oriente como Guarne y El Retiro.
Este año, por ejemplo, se honraron en las fiestas de Guatapé a los Londoño, de profundo arraigo en las veredas El Placer Barrio y Blanco y El Porvenir; una de las familias que preserva la tradición silletera, junto a los Atehortúa de La Palma, El Placer y El Porvenir; los Ramírez en San
Miguel; los Alzate, los Rodríguez y los Rojas en Mazo; los Grajales en Piedra Gorda y El Plan; los Hincapié en San Ignacio, El Cerro y Pantanillo; los Ruiz en El Porvenir; los Soto en El Plan, Pantanillo y la Parte Central; los Ríos en Perico y El Llano; y los Echavarría en Media Luna.
El Oriente antioqueño es fundamental a la hora de contar la historia de los cargueros, que es el germen de los silleteros que hoy son patrimonio cultural de la Nación. Historiadores como Luis Fernando Torres han reseñado, por ejemplo, que en el XVIII existieron duras pugnas entre cargueros de diferentes municipios, como Rionegro y Marinilla, lo que evidencia que esta era una actividad económica crucial. Es por esta razón que en las fiestas de Guatapé esta tradición está presente, sabiéndose, además, un preámbulo de la Feria de las Flores, que este año tendrá a 535 silleros para el cierre de las festividades, teniendo como novedad la participación de diez menores de edad con neurodivergencias.