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Sexo, robos y drogas, tras la muerte de extranjeros en Medellín

Van 42 muertos en 10 años. En uno de los casos, la Fiscalía investiga si un canadiense mandó a matar a un danés.

  • FOTO ARCHIVO EL COLOMBIANO
    FOTO ARCHIVO EL COLOMBIANO
  • Brent Ron William
    Brent Ron William
  • Tomas Willemoes
    Tomas Willemoes
  • Alias “marulo”
    Alias “marulo”
  • Alias “tita”
    Alias “tita”
  • Alias “cumbis”
    Alias “cumbis”
  • Alias “frijol”
    Alias “frijol”
Casos de muertes de extranjeros en Medellín
17 de abril de 2017
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La conversación fue breve. Terminó con un fogonazo en la oscuridad, el cañón humeante, el objetivo tendido de espaldas en la acera y el ruido de la moto escapando con los agresores. Alguien pidió auxilio, pero la vida del extranjero se esfumó en la brevedad.

Tomas Willemoes era su nombre. Nació en Copenhague, Dinamarca, tenía 41 años y una hija de 9. Como periodista independiente, escribía para múltiples publicaciones de su país y para su blog de viajes, en especial sobre Cuba y Colombia. También trabajó en la productora de videos Tmedia, según el gobierno danés.

En sus planes estaba venir con frecuencia a Medellín, pero esa fue una crónica que no alcanzó a redactar. A las 9:50 p.m. del 16 de junio de 2016, una fecha que los supersticiosos catalogan de maldita (6-6-6), se convirtió en uno de los 42 extranjeros asesinados en el Valle de Aburrá en la última década.

La primera hipótesis de las autoridades sobre su muerte, perpetrada en una esquina de El Poblado, fue que le dispararon para robarle el celular. Sin embargo, el tiempo demostraría que detrás de este crimen se escondía una red de sicarios paisas, al parecer patrocinada por otro extranjero interesado en la depredación sexual de menores de edad.

Los mercenarios

Según la investigación liderada por la Unidad Seccional de Vida de la Fiscalía, un mes después comenzó a llegar información a la Sijín. Los informantes, bajo la condición de anonimato, les contaron a los agentes que en la muerte del danés participaron alias “Cumbis” y “Tita”, integrantes de un combo de Manrique denominado “Colima”, el cual opera como sucursal de una banda más grande, conocida como “la Viña”.

La facción se dedica al sicariato, atracos a personas, robo de motos de alta gama, tráfico de drogas y secuestro, entre otros ilícitos. Cuando los investigadores rastrearon estos apodos en su base de datos, se llevaron una tremenda sorpresa: aparecían en un expediente, vinculados al homicidio de otro viajero en Medellín.

Sucedió el 4 de junio de 2016, doce días antes del caso de Willemoes, en una calle del barrio Los Alpes. El psicólogo mexicano Jesús Gustavo Estrada de la Rosa, de 48 años, se percató de que un trío de delincuentes asaltaba a un ciudadano, vecino de la casa donde se había hospedado.

Los ladrones encañonaron al joven, mientras le arrebataban su moto Kawasaki Versys 650. En el escape, uno de los agresores tuvo problemas para encender la moto, por lo que Jesús Gustavo se arriesgó a detenerlo. En el forcejeo, otro de los compinches le disparó.

Con estas pistas y la investigación posterior, la Sijín identificó a cuatro integrantes de “Colima” que participaron en las dos muertes: Jostyn Arlex Castrillón Martínez (“Frijol”), Daniel Esteban Grajales Gallego (“Cumbis”), Carlos Andrés Castrillón Mejía (“Tita”) y Sebastián Marulanda Gómez (“Marulo”).

Los tres primeros fueron capturados el 14/9/16, aceptaron su responsabilidad y el 7 de marzo el Juzgado 20 Penal del Circuito de Medellín condenó a “Cumbis” a 22,5 años de prisión, “Frijol” pagará 20 y “Tita” 19, como coautores materiales de las muertes del danés y el mexicano. “Marulo” se entregó a las autoridades el pasado 27 de febrero y está pendiente de la sentencia.

Para la Fiscalía, la muerte de Jesús Gustavo se debió a su intento de frustrar un atraco, pero en el caso de Tomas Willemoes habría un plan más macabro. Gracias a los informantes que han ido apareciendo, los agentes establecieron que, al parecer, este combo estaría asociado con Brent Ron William Harracksingh, alias “el Gringo”, un canadiense de 34 años, denunciado varias veces por explotación sexual infantil.

Redes sexuales

Brent William se radicó en Medellín en 2009. Ha dicho ser representante de un centro de estética, comerciante, productor y administrador de página web. La primera vez que entró al radar de la justicia fue el 15/7/13, cuando dos niñas de 14 años lo denunciaron. Tras ser interrogadas por sus respectivos padres de familia, que detectaron actitudes sospechosas en sus salidas y compras con dinero de procedencia desconocida, las menores de edad relataron que una exalumna de su colegio las contactó para ir a la casa de un extranjero que les daba plata a cambio de sexo.

Según el expediente, los encuentros sucedían en la finca La Piscina, del sector Las Palmas, que Brent tenía alquilada. Allí solía convocar a las infantes por Facebook o a través de su colegiala proxeneta, y prefería a las estudiantes de una institución educativa de Envigado. A unas las ponía a jugar con pistolas de agua en la piscina, mientras a otras las conducía a su cuarto para que le practicaran sexo oral, a cambio de $100.000 o $150.000. Por tomar su virginidad, ofrecía $500.000.

La Policía allanó la finca el 30/9/13. Encontró en un closet un revólver Cassidy 38 y en un nochero una pistola Glock 19, con sus respectivas municiones. Durante el juicio, varias de las colegialas que visitaban a Brent actuaron como testigos de su defensa, que al final no logró demostrar la inocencia del cliente.

Por el delito de demanda de explotación sexual comercial de persona menor de 18 años y porte ilegal de armas, Brent fue condenado en 2015 a 15 años y medio por el Juzgado 15 Penal Municipal de Medellín, sentencia que fue ratificada en noviembre del año pasado por el Tribunal Superior de la ciudad (radicado N° 0500 16000 207201300458).

Una de las niñas denunciantes y sus padres fueron amenazados de muerte, por lo que están bajo protección de la Fiscalía. “Llamamos del colegio, sabemos que su hija no fue a estudiar, espere que a esa sapa se la matamos rapidito”, les dijeron en una llamada telefónica, en otras les ponían música fúnebre.

Mientras transcurrían las audiencias, él estuvo en las cárceles de Envigado e Itagüí, hasta que su defensa logró que le otorgaran la detención hospitalaria, gracias a un dictamen de Medicina Legal, suscrito por el forense Andrés Felipe Velasco (14/12/14). Señaló que el detenido padecía constipación crónica y posible cáncer de colon, por lo que no debía estar encarcelado.

Su nuevo sitio de reclusión no fue un hospital, sino el hogar de ancianos Confort Gerontológico la Eterna Primavera, en el barrio Estadio, de Medellín. Allí permanecía con un brazalete de vigilancia electrónica y, según la investigación, continuó con sus prácticas pedófilas.

Otra infante de 13 años, residente en Bello, formuló una denuncia por hechos ocurridos el 28/3/16. Al igual que las anteriores, sus padres la descubrieron con dinero que no le habían dado, y al revisar su celular encontraron recargas de minutos hechas por un desconocido.

La preadolescente conoció al canadiense por Facebook y fue a visitarlo a su lugar de reclusión, en compañía de una amiguita. Según ella, recibió $600.000 por practicarle sexo oral y posar en bikini y ropa interior para una sesión de fotos, que serían subidas a internet. Esta investigación, por el delito de acceso carnal abusivo con menor de 14 años, aún está en etapa preliminar.

El 20/6/16, guardias del Inpec realizaron la visita rutinaria al ancianato, donde el gerontólogo del lugar les entregó el brazalete electrónico que el condenado había dejado. Brent William se escapó.

La fuga sucedió cuatro días después del asesinato de Tomas Willemoes y la Fiscalía sospecha que el canadiense es el autor intelectual, por lo que le expidió una orden de captura en agosto pasado.

Los informantes, cuyos datos llevaron a las sentencias contra los integrantes de “Colima”, expresaron que al parecer su jefe era Brent. Una de las fuentes señala que el extranjero, presuntamente, patrocinaba las finanzas del combo y departía en fincas con sus miembros, donde llegaban colegialas como parte del entretenimiento.

“‘Tita’ dijo que le hicieron la vuelta al extranjero de El Poblado (Willemoes) porque estaba fastidiando al jefe de ellos, que le dicen ‘el Gringo’”, declaró uno de los informantes. Otro añadió que Brent William, supuestamente, “mandó a matar a un danés porque le estaba haciendo competencia con su negocio de pornografía infantil”.

Esta hipótesis, que controvierte la teoría inicial de una muerte por robo de celular, es compartida por la Secretaría de Seguridad de Medellín. Al preguntarle al titular del despacho, Gustavo Villegas, si el móvil de este crimen fue por una disputa entre redes de explotación sexual, respondió: “sí, por las investigaciones que se han hecho, al parecer ese es uno de los motivos. De ahí también se recibió muy buena información por parte del gobierno danés. Esta persona ya presentaba antecedentes en su país por narcotráfico”.

No obstante, Frank Willemoes, el padre de Tomas, señaló en una entrevista para el portal BT de Dinamarca (en el que su hijo escribía), que él nunca estuvo involucrado en asuntos de drogas y que solo vino a Colombia de vacaciones.

EL COLOMBIANO se comunicó con la Embajada de Canadá en Bogotá, para conversar de este y otros hechos que involucran a ciudadanos canadienses, sin recibir hasta ahora un pronunciamiento oficial.

Extranjeros

que delinquen

El caso de Brent William no es aislado, hace parte de un flagelo que azota al Valle de Aburrá. Según Claudia Carrasquilla, directora Seccional de Fiscalías de Medellín, las principales actividades ilícitas que desempeñan los delincuentes foráneos en esta región son “tráfico de sustancia estupefaciente, prostitución y explotación sexual de niños”.

El pasado 28 de febrero, en distintos puntos de la ciudad, se presentaron dos incidentes. En un apartamento de El Poblado fueron capturados en flagrancia un irlandés de 50 años y una joven de 19, cuando al parecer realizaban actos sexuales con una niña de 12. Pese a esto, la víctima no quiso instaurar la denuncia, por lo que los sospechosos quedaron libres.

Y en una residencia de Prado Centro detuvieron a un peruano de 37 años, mientras fotografiaba a una infante de 12. Lo procesaron por la supuesta comisión de pornografía infantil y actos sexuales con menor de 14 años, y en la actualidad está tras las rejas.

En ese momento, el comandante de la Policía Metropolitana, general Óscar Gómez, hizo un llamado a los padres de familia “para que tengan cuidado con las redes sociales, puesto que los delincuentes las usan para manipular a los niños”.

Añadió que su Institución, en conjunto con la Fiscalía y Migración Colombia, está trazando estrategias para contrarrestar el fenómeno de los forasteros que llegan buscando prostitutas y drogas a la metrópoli paisa.

El caso más sonado de los últimos tiempos es el del estadounidense Jay Harry Drivas (“Jake”), de 53 años, arrestado el 07/7/16, sospechoso de administrar una red de jóvenes prepagos para extranjeros en Medellín, con catálogos promocionales en internet. “El paquete ofrecía el desarrollo de paseos y visitas a sectores emblemáticos, deportes extremos y actividades sexuales con mujeres, niñas y adolescentes”, decía el informe policial.

El proceso penal no llegó a su fin, porque Jay se quitó la vida en la cárcel de Itagüí el pasado 31 de diciembre, en plena noche de Año Nuevo.

Así llega la muerte

De 2007 a 2017 han sido asesinados 42 extranjeros en el Valle de Aburrá, según los registros oficiales. De los muertos, doce eran europeos, diez norteamericanos, ocho de Suramérica, siete centroamericanos, cuatro asiáticos y uno de Oceanía (ver el gráfico).

Según Carrasquilla, “las causas principales de muertes de extranjeros, a partir de la información preliminar adelantada, son por hurto de sus pertenencias y por vínculos, al parecer, con la venta de estupefacientes”.

Entre los casos de robo están el reseñado del mexicano Jesús Gustavo Estrada de la Rosa, y el del universitario japonés Ryo Izaki, abaleado en un atraco en el barrio Estadio (19/11/16), cuando apenas llevaba doce horas en la ciudad.

También hay motivos pasionales, como el de Yan Xian Ta, empleada de un restaurante chino, acuchillada por su esposo de la misma nacionalidad en un establecimiento del barrio Sevilla (06/5/14).

Algunos están vinculados con el narcotráfico y con grupos delincuenciales internacionales, afirma el secretario Villegas. Una de las muertes relacionadas con este móvil es la del canadiense Frederic Lavoie, de 31 años, quien en su nación era buscado por integrar la cúpula de una organización que distribuía narcóticos en Quebec, en alianza con carteles mexicanos.

Él y sus socios escaparon de una operación policial el 01/11/12, que dejó 103 detenidos en suelo canadiense, según el diario local The Globe and Mail. De lo que no pudieron huir fue de las vendettas mafiosas. El cuerpo del socio de Lavoie, Timoleon Psiharis, de 29 años, fue hallado 20 días más tarde en Grecia. Lo torturaron hasta la muerte, le rociaron ácido y lo arrojaron a la vera de un camino.

El final de Lavoie no fue menos truculento: sus restos desmembrados aparecieron en cuatro bolsas de basura, tiradas en un sendero de la vereda Pan de Azúcar, en el municipio de Sabaneta (11/05/14). Antes de su deceso, se había hospedado en El Poblado con una mujer de Cali, usando un pasaporte falso a nombre de un ciudadano de Las Bahamas.

Otros crímenes contra extranjeros se relacionan, aparentemente, con redes sexuales, como el que tiene huyendo al canadiense Brent William. Hoy registra una condena por demanda de explotación sexual comercial de persona menor de 18 años y porte ilegal de armas, y tres procesos penales abiertos por acceso carnal abusivo con menor de 14 años, homicidio agravado y fuga de presos.

La situación parece importarle poco, a juzgar por sus publicaciones en redes sociales. “Llevo un mes pagando hotel de más de 1 millón por noche”, afirma el prófugo en una de sus imágenes compartidas.

Desde diciembre comenzó a subir fotografías donde aparece con mujeres jóvenes en Cartagena, dedicado a la pesca en yate, luciendo ropa de marca y sin signos visibles de aquella constipación crónica que le sirvió como treta para fugarse.

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