Apenas se desciende en Bahía Solano, la realidad es evidente: no hay aeropuerto, solo una pista de aterrizaje que limita el acceso de aeronaves; las carreteras hacia el pueblo permanecen destapadas; no existe un puerto para el embarque seguro de turistas y, en las playas, a pesar de su fuerte oleaje, no hay salvavidas ni guardacostas permanentes.
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Estas deficiencias quedaron al descubierto con la tragedia ocurrida en la playa en El Valle, donde dos turistas (Nicolás Fernández y Ana María Salazar) fueron arrastrados por el mar. Un líder hotelero (Edinson Palacios Mosquera) y ayudante de fotografía (Andrés Felipe Ramírez Benegas) que intentaron auxiliarlos también fueron alcanzados por la corriente. Según testigos, en la zona no había presencia de guardacostas, y fueron pescadores locales quienes, con sus propios medios, realizaron el rescate.
Hoy la atención está puesta en la búsqueda de Andrés Felipe Ramírez Benegas, desaparecido desde la tarde del lunes. De acuerdo con la Dirección Marítima (Dimar), la Capitanía de Puerto y la Estación de Guardacostas de Bahía Solano adelantan las labores de búsqueda y rescate, pero la comunidad insiste en que los esfuerzos son insuficientes y reclama el apoyo de municipios vecinos y de otras entidades estatales.
“Acudimos a la solidaridad de todos. Necesitamos recursos para movilizar los botes y continuar la búsqueda. Los pescadores y lancheros de Huina han salido al mar, pero el combustible lo hemos tenido que pagar de nuestro bolsillo”, expresaron familiares y allegados en un comunicado.
Solo para operar dos lanchas durante un día se requieren cerca de 1,9 millones de pesos en gasolina y alimentos básicos para los tripulantes. Mientras tanto, la Alcaldía apenas reaccionó tras la presión ciudadana para gestionar un vuelo chárter con los cuerpos de los fallecidos, aunque hasta ahora solo ha pagado una de las necropsias, cuyo costo individual supera los cuatro millones de pesos.
La indignación aumentó al confirmarse que, el mismo día de la tragedia, el alcalde de Bahía Solano abordaba un vuelo hacia Medellín mientras, a pocos metros, la comunidad protestaba y exigía respuestas.
El alcalde dijo ese día: “hacemos un llamado a turistas y residentes a acatar las recomendaciones de seguridad”.
Para la comunidad, este tipo de mensajes resultan ofensivos, insuficientes e indolentes frente al dolor que atraviesan las familias.
En entrevista con W Radio, el alcalde de Bahía Solano, Leonel Valencia, explicó que la tasa aeroportuaria que se cobra en el municipio tiene un porcentaje destinado al turismo y a la adecuación de espacios de seguridad. El mandatario afirmó que “los puestos de salvavidas que tenemos cuentan con los implementos y están adaptados para atender estas situaciones”.
Sin embargo, testigos de lo ocurrido aseguraron que en la zona no había banderas rojas visibles, mientras que el alcalde sostuvo que sí estaban ubicadas en los costados de la playa, que abarca 13 kilómetros en El Valle, entre La Cuevita y El Almejal. Valencia reconoció además que el municipio enfrenta limitaciones, solo uno de los salvavidas cuenta con capacitación especializada.
Familiares y habitantes reclaman justicia y exigen que los recursos de la tasa turística se traduzcan en infraestructura, salvavidas capacitados y guardacostas permanentes.
Más que un lamento, Bahía Solano lanza un grito de auxilio, que la belleza de sus playas no se siga opacando por la negligencia institucional y que las vidas perdidas no se conviertan en una estadística más.
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