Hay quienes dicen que viajar por Colombia es una travesía peligrosa, debido a las zonas con presencia de grupos armados ilegales. Otros creen que la realidad es otra y que sí se puede recorrer el país de manera segura y sin mucho dinero.
La familia Valderrama-Casallas está conformada por una pareja con dos hijos de 10 y 13 años. Todos han visitado 27 de los 32 departamentos que hay en el país. Esto lo hicieron por más de tres años, recaudando dinero y durmiendo bajo carpas en páramos, llanos y montañas.
Para ellos, viajar por Colombia representa un aprendizaje constante, alejado de la banalidad y lo superfluo. El padre de la familia-Óscar Valderrama-contó al corresponsal José Carlos Cueto de la BBC que la familia se ha enriquecido espiritualmente desde el inicio de su proyecto el 1 de enero de 2022. “Hemos conocido realidades y personas en las que jamás pensamos y nuestros hijos han madurado enormemente”, dijo.
Para llevar a cabo el plan, los esposos sacaron a sus dos hijos (Matías y Gabriel) del colegio y vendieron las pertenencias que tenían en una vereda de Cundinamarca. “Tras la pandemia surgieron inquietudes. Pensamos que era una oportunidad para conocer juntos nuestro país en los últimos años de niñez de nuestros hijos”, mencionó.
Comenzaron viajando por varias veredas y algunos territorios cerca de casa, pero después probaron en ir más lejos y descansando algunas temporadas. “Nos desplazamos hacia Santa Marta, en la Sierra Nevada, donde vive un amigo de papá. Allí comenzó la primera temporada del viaje”, dijo Matías.
A veces la seguridad no es buena en ciertos departamentos con presencia de guerrillas como Arauca, Norte de Santander, Chocó, Vaupés o Caquetá, por lo que deben parar el recorrido hasta que todo se normalice.
“Los que más me gustaron fueron Antioquia por su naturaleza y todas las aves que vimos. Nariño por la amabilidad de la gente y Casanare porque yo jamás había visto una sabana tan grande o montado tanto tiempo a caballo”, agregó Matías, aunque reconoció que su mayor alegría fue haber conocido la Orinoquía colombiana, porque pudo montar a caballo y aprender poemas llaneros.
“Mi madre entró en pánico cuando fuimos al Cauca porque en los noticieros solo se habla de esa región cuando pasa algo malo, inseguro. A nosotros nos pareció una maravilla y conocimos de cerca cómo muchos campesinos se ganan la vida con la hoja de coca sin que implique un vínculo con el narcotráfico o la violencia como uno normalmente piensa”, dijo Yaqueline a la BBC.
Durante el recorrido, se alimentaron de frutas frescas que recolectaban en el camino y/o de algunos víveres que les regalaban en las tiendas. También vendieron pulseras y los niños cantaban o tocaban la guitarra por dinero. Matías, quien ama la fotografía, ideó una manera de capturar en imágenes a las aves para venderlas en 100.000 pesos.
“Testigos de la abundancia y la escasez. Valoran las diferencias, las aceptan. Dialogan con cualquiera. Maduran y sopesan sus opiniones. Saben ser felices, haya mucho o poco en la alacena”, coincidieron los adultos.
Tanto Óscar como Yaqueline tienen la intención de promover una educación virtual para sus hijos a fin de continuar con los viajes, pues no es lo mismo conocer a Colombia en un croquis que recorrerla en carne propia.
“Estas diferencias regionales nos revelan cómo es Colombia. Hay que ser muy cautelosos a la hora de opinar o generalizar. Ni todo es conflicto ni todo es lo que pasa en las grandes ciudades”, concluyó la familia, quienes se alista para una próxima aventura en junio.
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