En medio de un evento para conmemorar los 174 años de la abolición legal de la esclavitud en Colombia, la vicepresidenta aseguró que las acciones que ha podido ejecutar desde su cargo ha sido gracias a la cooperación internacional. En ese sentido, volvió a rechazar la decisión del presidente de separarla del Ministerio de la Igualdad.
“No me han dejado gobernar. Cuando pensaba llevar la inversión a los territorios, el presidente tomó una decisión y es separarme de ese ministerio y poner a otra persona”. Y añadió: “no he podido gobernar de manera concreta llevando respuestas desde una institución con presupuesto a los territorios”.
No es la primera vez que Márquez habla de la grieta que hay entre ella y el presidente, tampoco es la primera vez que asegura sentirse “dejada de lado”. En esta oportunidad, la vicepresidenta añadió que siente tristeza, que ha tenido que reunirse con alcaldías y líderes locales para poder “cumplir la tarea y que mi gente no termine diciendo que llegar aquí no ha servido para nada”.
Una de las críticas más duras que dio en esta ocasión, tiene que ver con las políticas y funcionamiento del Gobierno donde ella misma ejerce. La funcionaria afirmó que aunque llegó con sueños y esperanzas de progresismo, se encontró con políticas y comportamientos estructurales de opresión.
“No ha sido fácil mi tarea como vicepresidenta, no ha sido una tarea fácil gobernar un país que tiene un estado racial, con un Gobierno que también practica el racismo y el patriarcado”, expresó, y añadió que ya tenía que luchar contra el racismo y el patriarcado en su vida diaria como civil, pero que luchar contra ello en el Ejecutivo la ha hecho sentir “sin garantías”.
“He tenido muchas trabas y obstáculos para materializar esos sueños y esperanzas para mi gente, para mi pueblo y para este país”, afirmó Márquez, y lamentó que sus denuncias no han sido tomadas en serio: “en Colombia cuando hablamos de racismo nos dicen que somos resentidos, que nos victimizamos, pero jamás hay una postura de reconocer el racismo”.
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