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El joven Barí que se opone a la guerra en Catatumbo

El pueblo Barí ha sido víctima constante de los armados ilegales y un joven de esa comunidad se ideó un proyecto para evitar que los niños del pueblo terminen siendo reclutados. La consigna es “Para la guerra nada”. Esta es la historia.

  • Humberto Babarishora (adelante) coordina proyectos para empoderar a los jóvenes y evitar que terminen en las filas de los grupos armados. FOTO cortesía
    Humberto Babarishora (adelante) coordina proyectos para empoderar a los jóvenes y evitar que terminen en las filas de los grupos armados. FOTO cortesía
  • El joven Barí que se opone a la guerra en Catatumbo
hace 1 hora
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Humberto Bobarishora Yucarmuto tiene 25 años, creció en la región del Catatumbo, es un indígena del pueblo Barí y con su liderazgo trata de hacerles frente a las acciones que los armados ilegales pretenden imponer en su territorio.

Su comunidad está asentada en 122.200 hectáreas de la Serranía de los Motilones: está atravesada por el río Catatumbo y la Sierra del Perijá. Sus ancestros estaban allá mucho antes de que la violencia asomara.

Los mayores del pueblo Barí cuentan que un día vino SabaSeba –espíritu ordenador del mundo y primer maestro de la naturaleza– y ante el caos decidió bajar y crear al pueblo que está ubicado en Norte de Santander y la frontera de Colombia con Venezuela.

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Son sobrevivientes de la brutalidad de la conquista española, las incursiones de los mineros sedientos de petróleo en sus territorios y de los coletazos del conflicto armado interno.

“La población Barí es resiliente y luchadora. Somos buscadores de paz y armonía. Sueño con que mi territorio sea tranquilo, donde haya oportunidades para los jóvenes y para todo el resguardo”, apuntó Bobarishora Yucarmuto.

Sus anhelos representan también el clamor de las 5.923 personas que, de acuerdo con Organización Nacional Indígena de Colombia, integran el pueblo Barí.

El pasado 8 de junio, una niña de 12 años de esta comunidad fue raptada por dos hombres armados mientras caminaba por el casco urbano de Tibú. Las autoridades indígenas apuntaron que la intención de los ilegales era reclutarla.

La menor, después de varias conversaciones, logró regresar a su casa. Pero la suerte de ella no fue la misma de 246 niños, niñas y adolescentes del pueblo Barí que han sido reclutados por los ilegales desde la firma del Acuerdo de Paz con las Farc en 2016.

Desde el pasado 15 de enero la población del Catatumbo quedó en la mitad de un enfrentamiento entre el ELN y las disidencias del Frente 33 de las Farc. La escalada violenta ha provocado el desplazamiento forzado de 68.347 personas y 135 personas han muerto.

La Defensoría del Pueblo y analistas del conflicto han advertido que la intención de los armados, con la guerra que desataron, es lograr una eventual reconfiguración del territorio y de su población.

“Este desplazamiento masivo implicó el destierro de organizaciones completas que hoy no tienen posibilidades de regresar al territorio: son sectores sociales completos y otros, que no tenían un liderazgo tan visible, tienen que aceptar las normas sociales que impone el ELN para poder regresar. El movimiento social y organizativo del Catatumbo fue excluido y así permanecerá hasta que esta realidad no cambie”, ha dicho Iris Marín, defensora del pueblo, en diálogo con este diario.

Por eso cualquier iniciativa de liderazgo en el Catatumbo resulta un acto valiente. Bobarishora Yucarmuto, con sus proyectos, se opone a que los jóvenes de su pueblo sean reclutados. Para la guerra nada.

La iniciativa

Humberto lleva seis años preparándose para ser un líder dentro de su comunidad. Junto a otros seis jóvenes crearon la iniciativa “Resembrando la Memoria”, un proyecto que es apoyado por la FAO y la Unicef.

La intención es preservar los conocimientos ancestrales, promover la soberanía alimentaria y fortalecer la identidad cultural entre los jóvenes Barí a través de huertas comunitarias, cartillas de medicina ancestral y de su lengua conocida como Barí Ara.

“Vimos que había la necesidad de fortalecer nuestra identidad cultural. Recuperamos nuestra lengua materna porque veíamos que en la comunidad algunos sabios se nos estaban muriendo. Toda nuestra historia estaba en la tradición oral y necesitábamos documentar que algo existió. Por eso creamos una cartilla”, apuntó Bobarishora.

El pueblo Barí tiene 13 instituciones educativas tradicionales y los estudiantes fueron los primeros en recibir las cartillas. También hay una cartilla virtual para entregar a los jóvenes que ya salieron de la escuela

“Empezamos a conversar con los profesores para que pudieran replicar las cartillas con sus alumnos”, afirmó el líder.

La publicación tiene contenidos que enseñan las medicinas ancestrales del territorio, las historias de la comunidad y textos que motivan a los estudiantes a asumir el liderazgo.

Los secretos de la comunidad son milenarios y no pueden ser compartidos con cualquiera. Pero Bobarishora Yucarmuto adelantó que la base de sus medicinas es la planta de tabaco.

“Nuestras medicinas ayudan a sanar espiritualmente. Pero también curan dolores físicos como migrañas, diarreas, vómitos, heridas y picaduras de serpientes”, dijo.

Los conocimientos reseñados en las cartillas tenían que pasar a la práctica. Empezaron por realizar una huerta comunitaria en la comunidad de Izquierda Carola.

En el cultivo están vinculados 40 jóvenes de la comunidad Barí. Hay sembradíos de tabaco natural para potenciar la medicina ancestral y cultivos como plátano, yuca, maíz, ñame y piña.

“Esta iniciativa también activó una economía interna porque a partir de los cultivos se están ofreciendo los productos a otras comunidades y también se aplicó para llevar alimentos a los restaurantes escolares. A diferencia de las huertas comunitarias occidentales, que son pequeñas, las huertas del pueblo Barí son de mínimo una hectárea. Esa magnitud permite la vinculación de muchas personas”, añadió el líder.

Humberto reconoció que los azares del conflicto han tocado de cerca a sus comunidades. Su sueño es que ningún joven tenga que empuñar las armas.

“Cuando creamos esta iniciativa la hicimos con la intención de que los chicos no fueran reclutados o se fueran de manera voluntaria a las filas de los armados. Queremos motivar a los jóvenes a cultivar la tierra, a cuidarla y a generar sostenimiento con ella”, afirmó Bobarishora.

En su comunidad también encabeza procesos para impulsar nuevos liderazgos, capacita en mecanismos de participación y de formulación de proyectos y trata de enlazar a jóvenes con oportunidades académicas y laborales.

“Ahora hay que informar a los jóvenes para que tengan ese acceso y conozcan sus derechos para poder defenderse en los diferentes escenarios que se presenten”, puntualizó el líder indígena.

Los jóvenes Barí también organizaron un desfile rural por la tierra. Creen en la posibilidad de que el Catatumbo deje de ser visto como un mero escenario de guerra.

“El Catatumbo no es solo conflicto, el Catatumbo tiene jóvenes resilientes que quieren construir la paz y también reconstruir lo que hemos perdido. Somos gente bonita”, puntualizó el líder juvenil de la comunidad Barí.

Para más noticias sobre política, paz, salud, judicial y actualidad, visite la sección Colombia de EL COLOMBIANO.

40
jóvenes del pueblo Bari se han vinculado a los proyectos de huerta comunitaria.
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