Martha Castro* debe viajar desde El Bagre (Antioquia) hasta Medellín cada tres meses para que el especialista le actualice la fórmula para los medicamentos que debe tomar para tratar la diabetes e hipertensión que tiene diagnosticadas. Es un viaje de cerca de seis horas. Debe hacerlo porque en ese municipio, en donde vive, no es posible que la atienda un especialista. Cada que hace este viaje renueva la fórmula para reclamar los fármacos.
La mujer de 60 años es profesora pensionada, por lo tanto está afiliada al régimen de salud del magisterio, que se rige por parámetros distintos al del sistema general y cuyo modelo cambió desde el 1 de mayo pasado, por orden del Gobierno de Gustavo Petro.
Su última cita de control fue en agosto, cuando le dijeron que los dos medicamentos (la Semaglutida y la Dapagliflozina) le llegarían a su casa. Los días pasaron y no llegaban. Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. En este tiempo, según le contó a EL COLOMBIANO, se le venció la fórmula y le dijeron que tenía que volver a solicitar cita con el especialista para actualizarla. Esto le implicaba hacer otro viaje a Medellín, con los gastos que conlleva un imprevisto así.
“Si era con internista, tenía que pedir cita y si era control, era un mes después, entonces no tenía cómo pagar la irresponsabilidad de que no me hayan entregado a tiempo los medicamentos”, dijo Martha.
Así estuvo durante dos meses. Tiempo en el que pusieron quejas ante la Superintendencia de Salud, ante el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio (Fomag) y hasta de Fecode (Federación Colombiana de Educadores) les escribieron por correo electrónico. Tocaron distintas puertas buscando soluciones y quién les garantizara la llegada de los medicamentos, pues al ser de uso permanente por la diabetes, suspenderlos no es una opción para ella.
Al momento de la reportería de esta nota, el Fomag estaba atendiendo el caso y se comprometió con Martha a enviarle los medicamentos. Sin embargo, esta no fue la primera vez que le ocurrió, según recuerda. En julio de este año tampoco le llegaron y tuvo que comprarlo de su bolsillo: $150.000. Aún así, estos medicamentos necesitan prescripción médica para adquirirlos, por lo que tampoco es como salir a buscar un acetaminofén a la farmacia. Y para esta ocasión también le tocó mandarlas a comprar en Medellín, por un valor de $168.000 más lo que le cobren por el transporte.
Tras consultar al Fomag por qué hubo demora con esta entrega, desde su oficina de prensa explicaron que podría deberse a “un poco de desconocimiento de la ruta” y que “los medicamentos, por el lugar donde reside, deben llegarle a la casa después de una solicitud por correo electrónico”.
Sin embargo, Martha le explicó a este diario que la solicitud la hizo por “un correo que nos mandaron y por medio de una plataforma virtual, en la que ingresé y radiqué la solicitud como me lo pidieron, adjuntando mi historia clínica”.