Pensemos en un concierto en el que los músicos se sienten en el escenario y en lugar de tener en frente atriles tengan tablets. Demos un paso adelante: cada vez que los músicos se ubican en sus lugares los dispositivos electrónicos les devuelven su rostros. Luego, aparece la partitura, que es distinta en cada ensayo y presentación. En cada evento, los interpretes desconocen qué tocarán, aunque tengan una idea aproximada de la obra. Precisamente así será Blank Page, la obra que la compositora paisa Celeste Betancur presentará el 13 de junio a las seis y treinta de la noche (siete y media en Colombia) en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, uno de los centros universitarios de mayor prestigio en los Estados Unidos.
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Celeste inició su formación en música en Medellín, donde obtuvo una licenciatura. Posteriormente, estudió en Berklee College of Music (Massachusetts) y completó una maestría en artes digitales entre el ITM de Medellín y la Universidad McMaster en Canadá. Su trayectoria es polifacética e incluye los oficios de luthier, desarrolladora de software creativo y compositora para instalaciones artísticas en museos y performances alrededor del mundo. Actualmente, cursa un doctorado en Ciencias de la Computación y Música, becada por la Universidad de Stanford, donde explora las intersecciones entre el arte y la tecnología.
Blank Page es una pieza comisionada para celebrar los 50 años del ICMC (Internacional Computer Music Conference). La obra será interpretada por la orquesta A Far Cry —nominada a los premios Grammy— y utiliza tecnología en tiempo real para transformar la experiencia musical. El software diseñado por Betancur reacciona a las interpretaciones de los músicos: por ejemplo, si un violinista toca más fuerte o con un tono diferente, la partitura que aparece en su pantalla cambia automáticamente. Así, cada ejecución de Blank Page es única.
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La obra está inspirada en el cuento El jardín de senderos que se bifurcan, de Jorge Luis Borges y en la idea del espejo como portal, presente en Alicia en el País de las Maravillas y Matrix. “Es un organismo vivo”, explica Betancur. “No hay director, porque cada músico sigue un camino distinto, pero armónico”.
El sistema emplea técnicas para analizar la interpretación en tiempo real y generar las partituras adaptativas. “Un humano no podría escribir 18 partituras simultáneas”, dice Betancur. “El software actúa como un copiloto, tomando decisiones basadas en lo que ocurre en el escenario”. Además, un algoritmo modifica la acústica del teatro durante la ejecución, alterando cómo resuenan los instrumentos. Esta innovación será discutida en un panel científico en el MIT antes del estreno.
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Aunque Blank Page se estrenará en Boston, Betancur destaca que en Colombia hay talento para este tipo de propuestas. Recientemente, colaboró con el Ministerio de Cultura en Resonancias Cinéticas, una obra multidisciplinaria presentada en Bogotá con músicos y bailarines locales. “El reto es la flexibilidad”, afirma. “Los intérpretes deben aceptar que el error es parte del proceso”.
Antes de viajar al MIT, Celeste presentó una pieza con la Orquesta de Computadores de Stanford, donde 14 performers generan música en vivo usando laptops en lugar de instrumentos tradicionales. “Es otra forma de explorar cómo la tecnología redefine la creación artística”, dice.
Estas propuestas de vanguardia mezclan los elementos de la inteligencia artificial, los datos de la ciencia y la plasticidad de las artes musicales, literarias y aodiovisuales.
“Inspirándose en la idea de mirarse en un espejo y no ver nada, A Blank Page invita tanto a los artistas como a los oyentes a presenciar el acto de creación desde la ausencia: comenzar desde cero y construir un universo nuevamente”, se lee en el programa de mano del concierto del 13 de junio.