¿Cuántas veces muere un hombre –humano– en la vida? Muchas. Casi todos los días nos enfrentamos a renuncias, cosas que se nos escapan de las manos como agua entre los dedos y nos cambian. Algunas duelen. Otras forman. El hombre nuevo –guiño a Nietzsche–, supera sus limitaciones. Por eso, el ciclista Remco Evenepoel, en su intención de ser líder de un equipo, pelear podios en las grandes, renunció a algunos kilos, bajó de masa muscular, cambió su punto fuerte.
El belga, de 25 años, es el rey contra el tiempo. Remco, 1.71 metro de estatura, rostro medio angelical, cabello rapado para ganar aerodinámica, es el mejor contrarrelojero del mundo. Es, desde hace dos años, el campeón mundial de crono. Sin embargo, su entierro en el Tour de Francia 2025, del que se retiró el sábado, empezó el viernes, haciendo su modalidad favorita.
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“Bad day (mal día)”, dijo después de haber terminado en el puesto 12 de la decimotercera etapa, una cronoescalada de 10 kilómetros, a 2:39 de Tadej Pogacar, quien la ganó. Lo que no manifestó, pero seguro pensó, fue que la rampa de 16% de inclinación de Peyragudes lo superó; que le rompió la cabeza ver a Jonas Vingegaard, endemoniado con su casco intergaláctico, pasarle por un lado a pocos metros de la meta después de que arrancó la crono minuto y medio después que él.
Eso acabó la mente de Remco, que sabe que en el ciclismo no hay certezas –la única es el dominio de Pogacar–, y es consciente de que de un día malo cualquiera se repone. Sin embargo, Evenepoel que peleaba palmo a palmo el tercer puesto de la general con Florian Lipowitz del Bora, se sabía sin las piernas suficientes para remontar, dar pelea.
Todo, además, por culpa de Tadej. Pocas veces había pasado que, con una semana de carrera por delante, el tercero de la clasificación general tuviera un diferencia de 7:24 con el primero. Menos que la distancia con el segundo fuera de casi tres minutos. Remco hizo un esfuerzo descomunal por seguir dando batalla. Pero se rindió. Murió, quizás con dolor, tal vez con un poco de frustración, a su idea de terminar la Grande Boucle.
Lo hizo después pedalear, de manera insufrible, los primeros 82 kilómetros de la etapa 14 que se corrió el sábado entre Pau y la cima de Luchon-Superbagneres, donde el frío paralizó a los ciclistas a pesar de ser verano en Europa. Faltaban 100 km para meta y Evenepoel, líder del Soudal, detuvo su andar, se bajó de la bicicleta, entró al carro de su equipo. No quería sufrir más.
Con la salida de Evenepoel, el Tour de Francia perdió a uno de los favoritos para el podio. También a uno de los ciclistas más combativos en las etapas. Su abandono dejó a Lipowitz en la tercera casilla de la general a 7:53 de Pogacar, que casi que tiene su cuarto título del Tour en el bolsillo. Le queda una semana para ratificar su superioridad.