Pareciese por estos tiempos que obtener un título universitario no garantiza conseguir empleo. De hecho, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) lo confirma al mostrar que, a mayor nivel educativo, mayor es el riesgo de estar desempleado. Eso se evidenció en el estudio Panorama de la Educación 2025, donde mostró que el 12,1 % de los colombianos de 25 a 34 años con secundaria completa están desempleados, porcentaje que se mantiene alto entre quienes cursaron estudios superiores (11,2 %), frente al 10,3 % de jóvenes sin secundaria.
Para Viviana Marín, vicerrectora Académica de la Universidad de San Buenaventura, esta situación es “una paradoja preocupante que evidencia el desajuste entre lo que enseñan las universidades y lo que el mercado laboral demanda”.
Según la vicerrectora, tres factores explican el fenómeno: “Muchos programas siguen priorizando lo teórico sobre las habilidades prácticas y digitales que hoy son esenciales; existe una sobreoferta de profesionales en carreras tradicionales como derecho o administración, mientras áreas emergentes como inteligencia artificial o ciencia de datos reciben poca matrícula; y el mercado laboral colombiano sigue siendo rígido e informal, lo que dificulta la creación de empleos de calidad para perfiles altamente cualificados”.
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Brecha salarial: los títulos aún marcan la diferencia
El estudio también evidenció que, pese al alto desempleo entre profesionales, la brecha salarial sigue favoreciendo a quienes logran completar sus estudios. En Colombia, los trabajadores sin educación secundaria superior ganan un 30 % menos que quienes sí la tienen, y la diferencia salarial entre quienes alcanzan un título universitario y quienes no es del 150 %, frente a un promedio del 54 % en el resto de la OCDE.
Pero no todo es negativo, porque el país ha reducido drásticamente el número de jóvenes sin secundaria superior, pasando del 27 % en 2019 al 17 % en 2024. Además, las mujeres representan el 52 % de quienes ingresan a la educación superior, una cifra comparable al promedio de los países miembros. Sin embargo, el sistema enfrenta otros retos: solo el 16 % de los estudiantes colombianos termina sus estudios superiores en el tiempo previsto, y el 22 % abandona en el primer año.
“Las dificultades económicas son la principal causa de deserción y prolongación de los estudios. Muchos estudiantes deben trabajar para sostenerse o abandonan el programa, especialmente en regiones apartadas”, explica Marín. A esto se suma —dice— “la falta de acompañamiento académico y emocional en el primer año, currículos rígidos y escasa orientación vocacional, que generan desmotivación”.
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Falta mayor talento Stem
La elección de carreras también plantea un desafío para la competitividad del país. De acuerdo con la OCDE, el 37 % de los estudiantes colombianos cursa derecho, administración o negocios, mientras solo el 24 % elige áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Para Marín, esta tendencia no está alineada con las demandas del mercado actual: “La economía del futuro necesita más talento en energías limpias, biotecnología o inteligencia artificial. Si no corregimos este desequilibrio, seguiremos formando profesionales para sectores saturados mientras dejamos vacantes estratégicas sin cubrir”.
El informe concluyó que Colombia debe fortalecer la articulación entre academia y empresa, promover vocaciones científicas y ofrecer más becas y apoyos para evitar la deserción. De lo contrario, el país podría seguir enfrentando una paradoja donde estudiar más no necesariamente significa tener un mejor futuro laboral.
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