Un hombre de 45 años que fingió su muerte en un lago de Wisconsin para comenzar una nueva vida con una mujer que conoció por internet en el extranjero fue condenado a 89 días de cárcel, la misma cantidad de días que logró engañar a las autoridades antes de ser localizado.
Ryan Borgwardt fue declarado culpable de obstruir a la justicia tras desaparecer en agosto de 2024, dejando atrás a su esposa y a sus tres hijos.
Inicialmente, las autoridades pensaron que había muerto ahogado en Green Lake, donde hallaron su kayak volcado, su teléfono, una caña de pescar y hasta su identificación. Su familia y la comunidad vivieron semanas de angustia mientras equipos de rescate desplegaban amplios operativos de búsqueda.
El juez Mark T. Slate señaló que la duración de la sentencia refleja el tiempo que Borgwardt mantuvo el engaño. “Para el acusado, y para cualquiera que piense en fingir su muerte: cuanto más persista en su engaño, más larga será la pena”, afirmó en la audiencia.
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La fiscal del condado, Gerise LaSpisa, sostuvo que Borgwardt planeó cuidadosamente su desaparición: tomó un seguro de vida, transfirió dinero al extranjero, reemplazó el disco duro de su computador y hasta solicitó un nuevo pasaporte.
Además, mantenía comunicaciones frecuentes con una mujer de Uzbekistán a la que le declaraba su amor y con la que intentaba iniciar una nueva vida en el extranjero.
Según la investigación, Borgwardt dejó su kayak a la deriva, arrojó su celular al agua y escapó en una pequeña balsa inflable hasta un punto donde había escondido una bicicleta eléctrica.
Desde allí viajó hasta Madison, luego a Detroit y cruzó la frontera hacia Canadá, antes de volar a Europa y finalmente instalarse en Georgia, donde consiguió trabajo y un apartamento.
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Tras 58 días sin hallar su cuerpo, los investigadores descubrieron que autoridades canadienses habían consultado su nombre en bases de datos fronterizas.
Posteriormente, accedieron a su computadora y confirmaron sus contactos con la mujer extranjera. Borgwardt fue localizado y aceptó regresar voluntariamente a Estados Unidos en noviembre.
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En la audiencia, Borgwardt se declaró arrepentido: “Lamento profundamente las acciones que tomé esa noche y todo el dolor que causé a mi familia y amigos”, dijo. Su esposa, con quien llevaba 22 años de matrimonio, solicitó el divorcio poco después de que se conociera la verdad.
Además de la pena de cárcel, Borgwardt deberá pagar 30.000 dólares en restitución a las autoridades locales, cubrir las costas judiciales y entregar una muestra de ADN.
La fiscal LaSpisa enfatizó que, aunque la reparación económica no borra el daño, la condena envía un mensaje claro: “Nuestra comunidad no tolerará planes destructivos de esta magnitud. Esto debe servir como advertencia para cualquiera que intente algo similar”.