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“Cocas” a domicilio, la nueva opción para almorzar en Medellín

Emprendimiento local de un ingeniero de alimentos es alternativa para quienes no tienen tiempo o ganas de cocinar y son un cambio ante el “universal” corrientazo. Ya tiene 454 clientes y 28 empleados.

  • Daniel Ortiz es el ingeniero detrás de La Coca de Jacks, un emprendimiento que nació en el barrio López de Mesa. FOTO Esneyder Gutiérrez
    Daniel Ortiz es el ingeniero detrás de La Coca de Jacks, un emprendimiento que nació en el barrio López de Mesa. FOTO Esneyder Gutiérrez
  • Daniel Ortiz es el ingeniero detrás de La Coca de Jacks, un emprendimiento que nació en el barrio López de Mesa. FOTO Esneyder Gutiérrez
    Daniel Ortiz es el ingeniero detrás de La Coca de Jacks, un emprendimiento que nació en el barrio López de Mesa. FOTO Esneyder Gutiérrez
hace 45 minutos
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Los sabios de todos los tiempos se han enfrentado a preguntas trascendentales. Hoy, nosotros, simples mortales, cargamos con una inquietud no menos compleja: ¿qué empacamos de “coca” para mañana?

En esta época de prisas y agendas saturadas, preparar el almuerzo para llevar –esa costumbre tan antioqueña de empacar la “coca”, la “moga” o como se le diga en cada barrio– se ha vuelto un dilema. Cada vez menos gente cocina, y menos aún quienes lo hacen a diario para llenar un tarrito con dignidad y sabor.

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Sin embargo, por fortuna, en la ciudad están surgiendo varios emprendimientos que están ayudando a combatir esta necesidad de mandarse algo más que una comida rápida a la hora del almuerzo. Cada vez por redes sociales aparecen de sopetón estos emprendimientos intentando sumar adeptos a esa revolución de la “coca” bajo el eslogan gringo de “prep meals” o comidas preparadas.

La mayoría de dinámicas son la misma: una suscripción o membresía por un determinado tiempo en el que el negocio se compromete a entregar menús cada día de la semana provistos de variadas preparaciones. ¿Comer rico y muchas veces saludable sin tener que invertir tiempo y productos? ¡La panacea!

Solo es poner en un buscador la palabra prep meals acompañada de Medellín y las ofertas saldrán a la vista. Encajados to Go, Comida Fit, Gastronomeal, Verve Sano, son algunos de ellos que prometen acabar con el hartazgo de las “cocas” que casi siempre traen lo mismo.

Daniel Ortiz es el ingeniero detrás de La Coca de Jacks, un emprendimiento que nació en el barrio López de Mesa. FOTO Esneyder Gutiérrez
Daniel Ortiz es el ingeniero detrás de La Coca de Jacks, un emprendimiento que nació en el barrio López de Mesa. FOTO Esneyder Gutiérrez

Cocas de Jacks

Uno de los negocios que se ha vuelto más popular en la ciudad es La Coca de Jacks, un emprendimiento que ha pasado por los barrios París, López de Mesa y San Javier.

En medio de la salsa en la emisora y el ajetreo propio de una cocina en plena hora de almuerzo, el negocio lo regenta Daniel Ortiz, un ingeniero de alimentos de 35 años de edad. Él es un pelao enérgico, inquieto, de palabra convincente y que tiene la apariencia de esos vecinos de barrio que causan admiración por saber salir adelante.

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Daniel explica que su negocio es relativamente sencillo. Él y el cliente hacen un pacto por mínimo una semana –de lunes a viernes–, el cual tiene un costo de $70.000, es decir, unos $14.000 por cada almuerzo. El truco está en que el pacto está mediado por dos juegos de “cocas” –que incluyen la de la sopa, la del seco, la de la ensalada y la del jugo–. Estos dos juegos los vende también Daniel a $70.000. Acá es donde viene el negocio en sí: tras ese pago único de $140.000 ($70.000 de la semana de almuerzos más los $70.000 de la compra de las “cocas”), al lunes siguiente un domiciliario entrega el primer almuerzo. Para el martes, mientras el domiciliario entrega el segundo almuerzo, el cliente entrega las cocas del día anterior lavadas para con ellas surtir el tercer almuerzo, del miércoles. Y así se va el resto de semana, intercambiando “cocas”.

La promesa de valor de La Coca de Jacks es que en la medida de lo posible no se repita la misma comida. Y que, en caso de que se repitan ingredientes principales, varíen las preparaciones. Algunos de los platos más exitosos en el negocio han sido los frijoles de los viernes y las hamburguesas.

Historia

Para contar bien la historia del emprendimiento hay que devolverse en el tiempo. Años atrás, Daniel estuvo en Estados Unidos, en un sector conocido como Virgin Rivers en Houston. Allá conoció, como le pasa a muchos viajeros, su sitio especial al otro lado del charco. Era un bar que se llamaba Jacks.

“Me gustó tanto ese sitio que estar allá era como un sueño. Si yo pudiera tener la forma de ir a morir allá, lo haría porque es muy bonito”.

Tiempo después, aprovechando su experiencia como ingeniero de alimentos, Daniel comenzó a pensar en un negocio de comidas. Primero fue una venta de hamburguesas que obviamente bautizó como Jacks.

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Posteriormente el asunto mutó a una venta de almuerzos caseros que hacía desde una tienda en el barrio París de Bello, hasta que llegó octubre de 2023 y un simple accidente y una campaña publicitaria basada en el voz a voz cambió todo.

“Yo antes vendía almuerzos a $8.000 allá en París. En una época, una vecina llamada Daniela ajustó como una semana comprándome almuerzos que llevaba en unas ‘cocas’ de icopor. Un día me llamó y me dijo que se le había ido la mano con el microondas y que la sopa recalentada derritió la ‘coca’. El caso es que ella me dijo que le comprara unas nuevas de plástico en la miscelánea del barrio para seguir llevando ahí. Así lo hice y cuando se las estaba entregando, otra cliente vecina llamada Marcela nos vio y me dijo: ¿cómo así que usted le empaca la ‘coca’ a uno? ¡Ya mismo le traigo las mías!”, recordó.

A la semana, Marcela trajo otras dos compañeras con la misma necesidad; a los días fue Daniela quien llevó a otros nuevos comensales.

“Después otra vecina dijo: ‘Yo veo que la gente sale de la tienda con las cocas, ¡Ay, yo también quiero porque estoy mamada de cocinar!’. Y yo veía pasar todo eso, y como soy ‘arrebatao’ como pude me inventé un volante, lo tiré en redes sociales ofreciendo las cocas y eso fue un éxito”, añadió Daniel.

Ese éxito inicial cogió a Daniel por sorpresa, pues a duras penas la pequeña cocina de la tienda daba abasto para atender esos 22 almuerzos iniciales que posteriormente en tres meses terminaron siendo 100.

La cuestión es que en diciembre de ese año, el proyecto estuvo a punto de acabar estrepitosamente por cuenta de un error de Daniel.

“Contraté a una persona para que me ayudara, pero resulta que no sabía cocinar bien por lo que la sazón cambió y pues los clientes simplemente dejaron de venir. En enero del 2024 comencé otra vez de cero. Me pasé de París al barrio López de Mesa. Y de a poco volví a conseguir clientes. Ya estaba parado otra vez para mitad de año. Luego me pasé para Castilla y luego para San Javier, donde estoy actualmente. En ese tiempo ya son 454 clientes que tenemos hoy en día”, añadió no sin algo de orgullo al analizar que de una pequeña cocina en una tienda surgió una empresa de 28 empleados.

Daniel es muy consciente de que en vez de vender comida lo que está ofreciendo es tiempo de calidad que sus clientes pueden invertir en otras actividades que sean más de su agrado.

“Yo la verdad no me puse a pensar mucho en que si esto iba a ser un negocio que pegaría. Siendo sincero, yo me metí en esto porque estoy mamado que nos den la misma comida en todo lado y la gente también está cansada de lo mismo. Pero el problema de muchos de los restauranteros es que creen que la variedad es calidad y que por calidad la gente debe pagar más y me parece que no siempre es así. Sí, yo sé que hay porciones de insumos que valen el 30% de un día de coca, pero son retos que uno tiene que sortear para mantener la promesa”, agregó.

Daniel sabe que pese a que el negocio va bien –aunque afugias no faltan–, la clave del éxito es seguir innovando. “Estamos pensando cómo le metemos otros servicios personalizados. Es que para crecer hay que crear. Y si yo me quedo en lo mismo, la gente se me cansa así como se cansó del corrientazo”, comentó.

Por ahora, La Coca de Jacks es todo un éxito que se conoce desde Bello hasta Sabaneta y desde el occidente de Medellín hasta La Calera en El Poblado. Todos los clientes están rendidos a esa idea genial que nació por un accidente con un microondas y una “campaña publicitaria” tan simple y tan poderosa, cuyo éxito ya lo envidiaría cualquier publicista, de esos que llevan “coca” con salmón a las finas hierbas, pero “coca” al fin y al cabo.

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