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Campesinos latinoamericanos necesitan más de 26.000 millones de dólares al año para adaptarse al cambio climático

Así lo concluyó un informe de la Alianza Agricultura Familiar por la Acción Climática (FFCA), en el que se advierte que millones de campesinos están enfrentando sequías e inundaciones con financiamiento insuficiente y recurriendo a sus propios ahorros para sobrevivir.

  • Los pequeños agricultores latinoamericanos, base de la seguridad alimentaria regional, enfrentan el cambio climático con escasos recursos y apoyo limitado. FOTO Pixabay
    Los pequeños agricultores latinoamericanos, base de la seguridad alimentaria regional, enfrentan el cambio climático con escasos recursos y apoyo limitado. FOTO Pixabay
24 de octubre de 2025
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Los pequeños agricultores de América Latina —los mismos que producen buena parte de los alimentos que llegan a las ciudades— están intentando adaptarse a un clima que cambia más rápido que sus posibilidades, pues las sequías, las lluvias extremas y las inundaciones los golpean cada vez con más fuerza, mientras el financiamiento internacional apenas les alcanza para sobrevivir.

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Bajo esa premisa, un nuevo informe de la Alianza Agricultura Familiar por la Acción Climática (FFCA) revela que se necesitan más de 26.000 millones de dólares al año para que los campesinos de la región puedan implementar medidas de adaptación frente al cambio climático.

El dato es tan claro como alarmante: las pequeñas parcelas agrícolas, que producen la mitad de las calorías que alimentan al planeta, sustentan los medios de vida de 2.500 millones de personas —más de un tercio de la población mundial—. Sin embargo, son también las más vulnerables a un sistema climático cada vez más errático.

Por ejemplo, en los últimos treinta años, los desastres vinculados al clima han provocado pérdidas por 3.8 billones de dólares en cultivos y ganado a nivel global, equivalentes a 123.000 millones de dólares por año, una cifra que no deja de aumentar.

En este escenario, los campesinos se están adaptando prácticamente solos. Según el informe elaborado por la consultora Climate Focus para la FFCA, los pequeños productores están gastando de sus propios ahorros cerca de 368.000 millones de dólares anuales en medidas de adaptación: construir reservorios de agua, proteger suelos, diversificar cultivos o comprar semillas más resistentes. Esa cifra no incluye el trabajo no remunerado que muchos destinan a estas labores. “Esa autofinanciación los deja en una posición muy frágil: se endeudan, agotan sus reservas y siguen siendo los más expuestos”, advierte el documento.

El contraste entre lo que se necesita y lo que se invierte es abismal. Solo en América Latina, la adaptación de los pequeños productores requeriría 26.270 millones de dólares anuales, distribuidos entre México y Centroamérica (12.090 millones), Sudamérica (12.950 millones) y el Caribe (1.230 millones). Pero en 2021, la región recibió apenas una fracción mínima: 0.21 mil millones en Sudamérica, 0.07 en Centroamérica y México, y 0.01 en el Caribe. Es decir, menos del 1 % de lo necesario.

La FFCA, que agrupa a organizaciones de agricultores familiares de 70 países y representa a más de 95 millones de pequeños productores, propone la creación de un “Fondo para Agricultores” que garantice que los recursos climáticos lleguen directamente a quienes producen los alimentos. Esto porque según el informe, solo el 0,36 % del financiamiento climático actual se destina a los pequeños agricultores, a pesar de que ellos están en el corazón de la seguridad alimentaria mundial.

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Invertir en su adaptación no solo es una cuestión de justicia, sino de lógica económica. Las pequeñas fincas —de hasta diez hectáreas— producen el 50 % de las calorías del mundo y son la base de las cadenas globales de productos como el café, el cacao o el arroz. En países donde la agricultura representa una cuarta parte del PIB, fortalecerlas equivale a proteger empleos, ingresos y estabilidad alimentaria.

Por último, cabe recordar que la COP30 será clave para redefinir las prioridades de la acción climática global, y en ese sentido, la FFCA pide que la adaptación deje de ser la “hermana menor” de la mitigación y se convierta en un compromiso concreto, ya que tal y como concluye el informe, apoyar a los campesinos no es solo ayudar al campo: es asegurar el futuro de la comida en un planeta cada vez más caliente.

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