El debate entre las constructoras y la industria siderúrgica volvió a encenderse tras la propuesta del Ministerio de Comercio de elevar los aranceles a las importaciones de hierro y acero a un 35%.
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En contraste con lo que sostiene Camacol, el gremio de productores de acero afirmó que este material tiene un peso mínimo en los costos de construcción y negó que los aranceles encarezcan la vivienda.
El debate entre las constructoras y la industria siderúrgica volvió a encenderse tras la propuesta del Ministerio de Comercio de elevar los aranceles a las importaciones de hierro y acero a un 35%.
De un lado, la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) advirtió que la medida sería una “decisión profundamente inconveniente” que agravaría la crisis del sector vivienda, especialmente la de interés social.
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Según el gremio, el acero representa cerca del 15% de los costos de construcción, y un aumento arancelario de esa magnitud podría trasladar presiones de hasta 3,6% sobre los costos directos, afectando el precio final de la vivienda y poniendo en riesgo nuevos proyectos.
“Un incremento arancelario de esta magnitud desestimula la construcción, compromete la recuperación económica, el empleo y el acceso a vivienda digna para miles de familias”, afirmó Guillermo Herrera, presidente de Camacol.
En la otra orilla, el Comité Colombiano de Productores de Acero, liderado por Marcela Mejía, defendió la propuesta del Gobierno y rechazó los señalamientos de los constructores.
Tanto Daniel Rey, director de la Cámara de Acero de la Andi, como Mejía, coincidieron en que el debate refleja un choque natural entre dos eslabones de una misma cadena productiva. Sin embargo, enfatizaron que “la competitividad de ningún sector debería basarse en prácticas de competencia desleal”.
“Este es un conflicto que se vive en todos los países. Cuando uno revisa la información del Dane sobre los costos de construcción, el acero ha estado aportando de manera negativa al incremento de los costos durante unos 30 meses consecutivos; es decir, su precio ha venido bajando precisamente por la competencia desleal que enfrentamos con productos importados”, explicó Rey en el marco del Alacero Summit 2025.
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Por su parte, Mejía recalcó que el acero nacional no es el factor que encarece la vivienda, como sostiene Camacol.
Y, en contraste con lo que sostiene el gremio constructor, señaló que el acero tiene un peso reducido en los costos de construcción, especialmente en el segmento de vivienda. Además, fue enfática al afirmar que “a las constructoras serias no les gusta comprar acero importado”.
Anotó que, además, es difícil garantizar que el acero importado cumpla con la norma de sismorresistencia colombiana.
“Obviamente, existen normas técnicas internacionales que sí se cumplen, pero quiero resaltar que Colombia es uno de los pocos países en donde el 80% del territorio nacional tiene un alto nivel de sismicidad. Desafortunadamente, no siempre es posible verificar que el acero importado”, explicó.
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Subrayó las consecuencias de esta situación: “Al país ha ingresado acero que no cumple con los requisitos de calidad, lo cual es muy peligroso porque pone en riesgo muchas vidas; incluso hemos visto edificios que colapsan. Por eso, comprar acero colombiano garantiza que cumpla con las normas y exigencias de calidad que requiere el país para su construcción”.