Lo que hace apenas una década parecía un fenómeno marginal, hoy está transformando la forma de habitar, construir y de planear las ciudades. En Antioquia ya hay 489.000 hogares conformados por una sola persona, una cifra que lo ubica como el segundo departamento del país con mayor número de viviendas individuales, solo por debajo de Bogotá–Cundinamarca (1.016.000) y por encima de Valle del Cauca (288.000) y Santander (143.000).
Detrás de esos números crece una tendencia estructural: más personas eligen vivir solas, o terminan viviendo solas por circunstancias de vida, y el mercado inmobiliario empieza a girar para atenderlas. Pero no se trata solo de preferencia, sino que hay razones demográficas, económicas y culturales que están impulsando este cambio profundo.
Una tendencia que se volvió parte del ciclo de vida
Para Andrés Giraldo, gerente Growth Lab-Consultoría Inmobiliaria, el aumento de los hogares unipersonales en Colombia y en Antioquia no es un evento aislado, sino parte de una transformación global en la forma de conformar familia. “Esa conformación de hogares unipersonales representa alrededor del 20% del total de hogares del país”, explicó. Según su análisis, el fenómeno tiene tres motores claros.
El primero es la mayor independencia habitacional de los jóvenes. Los hijos buscan su primer arriendo más temprano, apoyados en mayor acceso a empleo, educación y, en algunos casos, teletrabajo. “Esto genera un crecimiento por independencia”, afirmó.
El segundo factor es el aumento de divorcios. Giraldo aseguró que en Colombia estas separaciones han aumentado cerca de 40% en la última década, lo que alimenta de manera directa la demanda por unidades pequeñas. “El divorcio empuja muchísimo la conformación de hogares unipersonales”, señaló el experto en vivienda, añadiendo que el tercer elemento es el propio ciclo de vida, en el que las personas pueden pasar por distintos arreglos domésticos: vivir solas, convivir en pareja, volver a una etapa de vivienda individual por ruptura o partida de los hijos, y así sucesivamente. Es decir, vivir solo ya no es una excepción, sino un paso frecuente.
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Un cambio cultural
Aunque coincidió en la solidez del fenómeno, Javier Rangel, Gerente Comercial de Construcciones Planificadas, amplió la explicación desde las dinámicas sociales y demográficas. Para él, el aumento responde también al envejecimiento poblacional, la mayor esperanza de vida y el retraso en la edad de matrimonio. “El estilo de vida ha cambiado bastante: son estilos más individualizados”, argumentó. De hecho, de acuerdo con el Dane, en 2024, el tamaño promedio de un hogar en Colombia era de 2,86 personas.
A esto se suma la movilidad laboral y el teletrabajo, que han generado una demanda fuerte por viviendas de uso flexible, con ubicación estratégica y menos atadas a la estructura familiar tradicional. También destacó la influencia de la migración: muchos recién llegados buscan arriendos temporales, de bajo costo, ubicados cerca de servicios, lo que incrementa la presión sobre el mercado de unidades pequeñas. “La gente está priorizando mucho estar cerca del trabajo y el transporte, y sacrifica el tamaño del inmueble para eso”, dijo Rangel.
En síntesis: mientras Giraldo enfatizó los ciclos familiares y la dinámica de independencia/divorcio, Rangel subrayó los cambios en la forma de trabajar, moverse y envejecer.
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El mercado se adapta
El crecimiento de estos hogares ha obligado a los constructores a replantear las tipologías. Las viviendas se están haciendo más compactas, funcionales y con énfasis en el acceso a servicios.
El gerente Growth Lab sostuvo que, en vez de diseñar áreas de servicio amplias dentro del apartamento, se deben potenciar zonas comunes compartidas como terrazas, coworkings, lavanderías comunales, gimnasios y espacios pet friendly, una demanda que va al alza en hogares unipersonales. Son viviendas pensadas más como una extensión de la ciudad que como un contenedor cerrado.
Rangel se fue por la misma linea en el diagnóstico, pero lo aterrizó a lo que ya se está construyendo: unidades menores de 35 a 40 metros cuadrados, apartaestudios y microapartamentos localizados en lugares con múltiples servicios. “Se optimiza mucho el área en los diseños arquitectónicos. Crecen los apartaestudios en zonas con buena oferta de transporte, centros comerciales y oficinas”, explicó. Esto también incluye nuevas amenidades para quienes viven solos: coworking, gimnasios, zonas para mascotas y servicios compartidos.
Ambos señalaron un cambio en la concepción de los proyectos: más eficiencia operativa, más oferta comunitaria y menos áreas privadas sobredimensionadas. Pero difieren en el énfasis: la necesidad de repensar la distribución interior y la adaptación técnica y arquitectónica que ya está ocurriendo.
El arriendo y los precios también cambian
Cabe acotar que más del 40% de los colombianos viven en arriendo y el auge de hogares unipersonales está modificando la estructura de precios y la dinámica del mismo. Para Giraldo, la presión se explica por una razón simple: hay más personas buscando unidades pequeñas de las que se están construyendo, lo que genera escasez relativa. Esa presión, especialmente en zonas consolidadas, eleva el valor del metro cuadrado y encarece el arriendo. Rangel también se sumó en la percepción en la subida de precios, pero agregó un matiz importante: las unidades pequeñas tienen “rotación alta y una valorización relativa buena”. Es decir, son productos que se mueven rápido, tanto en venta como en arriendo, lo que las vuelve atractivas para inversionistas. Además, identifica nuevos modelos que están creciendo empujados por este fenómeno: coliving, renta institucional y arriendos flexibles.
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Retos urbanos
Las dos fuentes también convergieron en que este cambio de hábitos plantea desafíos grandes para las ciudades. Giraldo hizo un llamado a revisar la normativa urbana, que aún responde a tipologías de familia tradicional y no reconoce la fuerza real de los hogares unipersonales. Esa obsolescencia normativa frena la producción de viviendas adaptadas a la demanda actual. Rangel, desde su experiencia en obra, agregó tres retos: adaptar los POT para permitir tipologías pequeñas sin sacrificar iluminación y ventilación; fortalecer el espacio público y la movilidad para soportar mayores densidades; y fomentar modelos sostenibles de ciudad compacta.
Ambos ven oportunidades para revitalizar corredores urbanos, atraer inversión y promover modelos innovadores de vivienda, pero siempre con el reto de no sacrificar la calidad de vida.
Una nueva forma de habitar
El aprendizaje de esto es que los más de 3,7 millones hogares unipersonales del país están reconfigurando el mercado y obligando a pensar la vivienda desde otras lógicas. Además, para 2035 se proyecta que más del 27% serán unipersonales, si se mantienen las tendencias actuales.