Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Se necesitarían casi 20 años para reconstruir un aparato productivo sucedáneo del chino, y la mejor opción de EE. UU. para reemplazarlo parcialmente ya existe: México y Canadá”.
Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
La estrategia es el arte de la confrontación y se circunscribe a ámbitos competitivos. Por eso si no estás en una confrontación, lo que diseñes o hagas no es estrategia sino “efectividad operacional”. Tampoco es lo mismo estrategia y táctica, confusión frecuente entre ignorantes del tema, así pregonen y escriban libros; y por eso es fruto de la ausencia de claridad conceptual hablar de estrategia “emergente”, condición que puede ser válida para lo táctico pero no para lo estratégico.
Me han sugerido referirme al estado de incertidumbre provocado por la “caótica” asignación de aranceles del actual gobierno estadounidense, para algunos fruto de la locura, que es un escenario posible, pero que también podría ser solo un componente de su método de negociación, muy parecido al brinkmanship, donde pareces estar dispuesto a todo y desprovisto de cualquier limitación impuesta por lo racional, para que el adversario, sujeto a la racionalidad, acepte rendirse o ceder en vista de su potencial desaparición.
La estrategia es la definición de lo que vamos a hacer hacia el futuro para cumplir los objetivos propuestos, y la táctica es con qué lo vamos a hacer. La duda de si los aranceles eran la política de Trump o su instrumento, sospecho que ya está resuelta, y podría ser su arma táctica para cumplir la estrategia de “vencer” a China, su rival ineluctable; lo que no implica la desaparición de China sino la reducción máxima de la dependencia de ella, además porque el declive de China, de lo que he escrito hace mucho tiempo, ya inició y sería casi tan rápido como su ascenso.
Como la táctica es la elección y uso de las armas pertinentes en una “circunstancia específica” de una batalla, y la estrategia es el diseño de la sucesión de batallas para ganar la guerra (por eso lo que puede ser “emergente” son las armas, lo táctico, pero no el adversario ni el objetivo, la estrategia) podría asumirse que la volatilidad del gobierno Trump, sus cambios abruptos de decisión, exageración de las amenazas y la aparente ausencia de temor a las consecuencias, si le damos el beneficio de la duda, no serían locuras sino el primer round de una larga pelea de boxeo donde sondeas las capacidades y debilidades del contrincante.
Entonces, si aceptamos hipotéticamente que no es la locura y el ego lo que lo guía, el riesgo no estaría solo en lo táctico, porque el proteccionismo es un arma venenosa y contraproducente, sino en la estrategia. Si existe una, sería el plan para reducir la dependencia del aparato productivo estadounidense de la fábrica mundial en que se convirtió China, cuando el mismo EE. UU. la dejó ingresar a la casi extinta OMC. La reindustrialización de EE. UU., que ha empezado desde hace años, y escribí sobre ello hace algunos, en términos fácticos no es viable aislando “abruptamente” a China, porque lo que produce China no caerá del cielo súbitamente. Se necesitarían casi 20 años para reconstruir un aparato productivo sucedáneo del chino, y la mejor opción de EE. UU. para reemplazarlo parcialmente ya existe: México y Canadá, a quienes debería vigilar y fortalecer, pero no patear.