Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
Si la edad ha de entenderse y vivirse más como un estado del alma, una estación de la vida, como lo enseña el gran Sabato en su inspiradora invitación a la esperanza en La resistencia, prefiero seguir sintiéndome un muchacho con todo y las canas y chifladuras de la vejez, sobre todo al comprobar la presencia y el influjo determinante de tantos jóvenes que están obrando en Medellín el actual fenómeno paligenésico. La ciudad renace, reverdece, recobra la alegría, la presencia de ánimo y la voluntad transformadora. Lo verifican y celebran miles de observadores que llegan y quisieran quedarse, impresionados por lo que pasa en una urbe tan atrayente. Los jóvenes, las juventudes, protagonizan un despertar admirable para propios y extraños. La suya es una empresa gigantesca. Por eso, la referencia a los pasos de gigantes cuando se aproxima una semana de programación que debe marcar otra señal en la historia regional.
Esos nuevos y justos dueños de la ciudad están realizando acciones valiosas en los ámbitos más diversos. En la educación y la cultura, la actividad empresarial y la actualización científica y tecnológica, los deportes y la recreación, la música y el canto, las letras y las artes, las lecciones diarias de solidaridad y hospitalidad, la construcción de escenarios de paz y no violencia, el periodismo y la comunicación libres y responsables, la investigación para generar cambios de comportamiento individuales y colectivos, el afecto por la familia y en fin en todos los campos de la vida en comunidad. La suya es una réplica muy contundente a los desacreditadores sin más oficio, a los maledicentes y provocadores, a los insensatos que disfrutan como embolismadores de la gente y saqueadores de bienes y finanzas públicos y privados.
La estatura es también física. Los tipos gigantescos abundan. Hace medio siglo sobresalía un tipo de 1,80, que hoy se cuenta como de altura promedia. Muchachos próximos a los dos metros no llaman tanto la atención hoy en día, porque semejante estatura les estaba reservada a los basquetbolistas y émulos de los Trotamundos de Harlem, como Edison Christopher y los hermanos Yarce. El tamaño superior era compatible con la calidad humana, moral e intelectual, como lo es hoy. Esa juventud gigantesca en metros y méritos es la que se adueña de la ciudad con la vocación por hacerla mejor cada día que pasa.
El nuevo prototipo de ciudadano bueno e inteligente ha asimilado para poner en práctica las exhortaciones sapientes de José Enrique Rodó en el Ariel, su mensaje a la juventud hispanoamericana. En lo esencial, invitó a desarrollar un espíritu crítico y a cultivar valores elevados, como la belleza, la armonía, el altruismo y la búsqueda de la verdad, en contraste con el pragmatismo y el materialismo que identificó en los comienzos del siglo pasado en la cultura del Norte americano, la que llamó nordomanía con todos sus ejemplos perjudiciales. ¡Jóvenes, Gigantes, la ciudad es de ustedes!
