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El liderazgo
que necesitamos

Colombia necesita un liderazgo que no dé cabida a la impunidad a cambio de una falsa paz.

hace 3 horas
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  • El liderazgo que necesitamos
  • El liderazgo que necesitamos

Por María Clara Posada Caicedo - @MaclaPosada

Cuando los pueblos se sienten cercados por la inseguridad y la incertidumbre, surge una pregunta inevitable: ¿qué tipo de liderazgo necesitamos para salir adelante? ¿Qué debemos buscar en la persona que pretende dirigir los destinos de la nación?

La historia universal nos ofrece ejemplos nítidos de lo trascendental de esa decisión. Winston Churchill, en los días más oscuros de Londres bombardeada y sostuvo a su pueblo con la fuerza de la palabra y la firmeza de la convicción. Franklin D. Roosevelt, enfrentado a la depresión y a la guerra, enseñó que el miedo se vence con acción y confianza. Konrad Adenauer, desde las ruinas de Alemania, construyó seguridad sobre cimientos democráticos y alianzas sólidas que garantizaron la estabilidad de Europa occidental.

Margaret Thatcher demostró que la firmeza no admite titubeos, y que la seguridad es condición indispensable para el progreso de una nación. Charles de Gaulle enseñó que un país no puede rendirse al miedo ni dejarse arrastrar por la tentación de lo fácil. Ronald Reagan recordó que la paz se conquista mostrando fortaleza y convicción en los valores de la libertad.

Golda Meir, en medio del fuego de Yom Kippur, encarnó serenidad y decisión, sabiendo que la existencia misma de su pueblo dependía de no ceder. Y en nuestra propia tierra, Álvaro Uribe Vélez demostró que cuando el terrorismo y el narcotráfico parecían imponerse sobre el Estado, era posible cambiar el rumbo con autoridad, con cercanía a la gente y con respaldo inquebrantable a las Fuerzas Armadas. La Seguridad Democrática no fue un eslogan: fue la certeza de que la vida de los ciudadanos debía estar en el centro de toda acción política.

Todos estos líderes, tan distintos en contextos y en estilos, coincidieron en algo esencial: en tiempos de crisis, la seguridad es la base de la libertad, de la economía y de la justicia social. Sin tranquilidad no hay progreso, sin protección de la vida no hay democracia que pueda sostenerse. La seguridad, aunque no es un propósito en sí mismo, es la palanca para materializar cualquier empeño colectivo. Sin seguridad, sin autoridad, sin orden, no hay rumbo. Y sin rumbo no hay nada.

Colombia, que atraviesa una hora difícil, como tantas otras en las que la historia ha puesto a prueba en las naciones, necesita hoy ese tipo de liderazgo. Un liderazgo que no se refugie en explicaciones ni en justificaciones, sino que inspire confianza y actúe con decisión.

Colombia no necesita vacilaciones cómplices que romanticen el pasado del delincuente para justificar la perversidad de sus actos, sino determinación. No necesita diatribas globalistas que dilaten la urgencia de las acciones, sino contundencia ejemplarizante. No necesita “fellows” en Ivy Leagues (título honorífico en universidades de alto prestigio) con nombre del presidente grabado en placas de honor, sino consideración con el dolor de cada colombiano y gallardía para defender la vida, la libertad y la propiedad de todos.

Porque un país no se construye sobre el miedo: se construye sobre la confianza. Y la confianza nace cuando hay líderes que no se rinden, que no vacilan, que ponen por encima de todo la seguridad de su pueblo. Colombia necesita un liderazgo que no dé cabida a la impunidad a cambio de una falsa paz; que exija que la justicia actúe y que la democracia no admita concesiones frente al crimen. Un liderazgo que reconozca a sus aliados internacionales y profundice esas relaciones como apoyo en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Un liderazgo que incomode, que incomode mucho, a quienes se acomodan en lo políticamente correcto, y que gobierne haciendo lo que hay que hacer, aunque eso le asegure críticos. Un liderazgo que asuma posturas, aunque lo llamen extremo, porque la tibieza es la antesala de toda derrota.

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