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No aclare que oscurece

En 2026, Colombia no solo votará contra Petro. Votará contra sus mentiras (las de Juan M. Santos), contra la impunidad de La Habana, contra la claudicación de la justicia.

hace 3 horas
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  • No aclare que oscurece
  • No aclare que oscurece

Por María Clara Posada Caicedo - @MaclaPosada

El 2 de octubre se cumplieron nueve años del mayor robo que la democracia colombiana haya registrado: El desconocimiento del No en el plebiscito por la paz.

Con el cinismo que lo ha caracterizado y menospreciando capacidades de los colombianos, Juan Manuel Santos en una interpretación absolutamente predecible, publicó un video dirigido al país en el que decía: “No le hicimos conejo al No. Todo lo contrario”.

En su relato, aseguró que tras “reconocer la derrota” invitó a los líderes del No, Uribe y Pastrana, a plantear objeciones, acogiendo 58 de 60 cambios sugeridos y que con ellos confeccionó el nuevo acuerdo. Con el lema tan ligero como perverso de “cambiar las botas por los votos” admitió que sí se hizo una “pequeña” concesión: La participación política de las FARC, pero que esa concesión era tan necesaria, que el mismo Uribe la había justificado anteriormente. (Más allá de lo mezquino del recurso y de lo descontextualizado del ejemplo del presidente Uribe, olvida Santos que en procesos de Justicia y Paz adelantados en ese gobierno, todos los jefes negociadores pagaron con cárcel antes de aspirar a cualquier beneficio. Con Santos, los responsables de crímenes atroces estrenaron curules sin pasar un solo día en prisión). Como cereza en el pastel, ya para cerrar su oda a lo injustificable, añadió que ese texto fue aprobado por la Corte y por el Congreso “de forma unánime”.

Presidente Santos, no aclare que oscurece. Eso que llama “unanimidad” no es sino el reemplazo de la voluntad ciudadana por un procedimiento de FastTrack parlamentario, con el guiño de quienes -usted lo reveló-, eran sus magistrados de bolsillo, que mutiló la decisión soberana de 6.424.385 colombianos.

Usted no solo traicionó al No. Traicionó a los millones que votamos contra la aplanadora oficial con disposición de recursos públicos, contra su campaña de amenazas según la cual, si el plebiscito fracasaba, volvería la guerra. Contra sus señalamientos como enemigos de la paz en un país donde ese estigma equivale a una condena de muerte.

Lo grave no es solo la mentira. Es su persistencia. Mintió al prometer que acataría la decisión popular y mintió después al asegurar que ni habría curules gratis, ni impunidad, ni equiparación entre las Fuerzas Armadas y FARC. Todo quedó registrado en sus palabras y, sin embargo, insiste en negarlo con el cinismo de sus habilidades para el póker.

Recuerdo que el 2 de octubre de 2016, con mi hija a dos semanas de nacer y de la mano de Pacho Santos, Iván Cancino y Roberto Mora, celebrábamos con millones de colombianos haber resistido. Creíamos que Colombia tendría una segunda oportunidad para construir un futuro distinto al de entregar el país a quienes lo desangraron. Duró poco. Usted decidió desconocer los compromisos y, de paso, privó a mi hija y a millones de niños como sus nietos, de la posibilidad de crecer en una democracia respetada. Su legado es el origen de esta época oscura que vivimos.

Presidente Santos, ni becas internacionales ni un Nobel, alcanzan para borrar ese daño. Pero en algo ganamos: cada vez somos más los que entendemos la magnitud de su traición. Por eso, en 2026, Colombia no solo votará contra Petro. Votará contra sus mentiras, contra la impunidad de La Habana, contra la claudicación de la justicia, contra la JEP; y una vez más este país, sabrá reponerse..

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