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¿Qué hay más allá de la muerte? Un doctor colombiano lo explica en su libro

Se trata del médico antioqueño Rodrigo Moreno Restrepo, quien acaba de lanzar su libro Somos polvo de estrellas. La muerte es una ilusión, en el que citando casos reales e investigación, intenta responder esa pregunta trascendental.

  • El médico Juan Rodrigo Moreno Restrepo es el autor del libro Somos polvo de estrellas. La muerte es una ilusión. FOTO juan pablo estrada

    El médico Juan Rodrigo Moreno Restrepo es el autor del libro Somos polvo de estrellas. La muerte es una ilusión.

    FOTO juan pablo estrada

Luz María Sierra

Directora de EL COLOMBIANO.

hace 2 horas
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Por siglos, la muerte ha sido un tema que a muchos ha llamado la atención. También ha sido el tema de estudio del doctor Juan Rodrigo Moreno Restrepo, médico de la Universidad Pontificia Bolivariana, especializado en Cirugía General, Medicina Crítica y Cuidados Intensivos, así como en Bioética, quien ha vivido gran parte de su trayectoria profesional en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Medellín. Más allá de su dedicación a la medicina, ha querido estudiar –y lo sigue haciendo– temas de espiritualidad, física cuántica y el propósito de la existencia.

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Acaba de publicar el libro Somos polvo de estrellas. La muerte es una ilusión, en el que desafía las concepciones convencionales sobre la muerte, al plantear que contrario a la creencia común, la muerte no marca un final definitivo, sino más bien una transición hacia un nivel evolutivo superior, donde el proceso de aprendizaje continúa.

Con él estuvimos conversando en Charlas de Domingo, el pódcast de EL COLOMBIANO que puede encontrar en nuestra página web y en las principales plataformas.

Doctor Juan Rodrigo, usted ha estado en Cuidados Intensivos de casi todas las clínicas de Medellín durante muchísimos años, cuéntenos un poco sobre su experiencia...

“Desde hace 17 años he trabajado en varias instituciones de Medellín, en el campo de Cuidados Intensivos y digamos que esta trayectoria me llevó a hacer algunas reflexiones de un tema tan especial como es la muerte, porque precisamente los médicos intensivistas somos aquellos que estamos en más contacto con la muerte”.

¿Y ha visto una especie de preocupación, de drama y dificultad de las personas que llegan a las UCI para enfrentar la muerte?

“Por supuesto, porque los pacientes en estado crítico que llegan a a las Unidades de Cuidados Intensivos están en una situación de fragilidad y no solamente por la condición médica del paciente, sino las familias. Cuando atendemos papás, hijos, mamás, hay un dolor, incertidumbre y una expectativa y muchas veces los resultados son la muerte”.

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Culturalmente tenemos algo que se vuelve un drama adicional al enfrentar la muerte...

“Claro, existe una concepción frente a la muerte que ha sido producto de muchas cosas. Por un lado nuestra parte cultural, nuestra parte religiosa, todo nuestro entorno ha moldeado la definición de muerte como una separación, un final y hasta –diría yo– un paso hacia la nada. Y esto en el ser humano, por supuesto, que genera dolor y más incertidumbre y hasta cierto punto acentúa toda esa idea de separación”.

Usted en su libro aborda la muerte con casos que le ha tocado vivir, ¿qué similitud ha encontrado en personas que casi tocan la muerte, pero no se mueren?

“Todo este auge de las experiencias cercanas a la muerte tiene una historia bastante interesante y comenzó en 1975. No sé si recuerdan un libro que fue un best-seller internacional publicado por el doctor Raymond Moody en Estados Unidos, llamado Vida después de la vida, en el que se presentaban una serie de casos de aquellas personas que por un accidente, una enfermedad grave estuvieron en esos umbrales del más allá. Fue el pionero en publicar esta serie de experiencias. Ahora bien, en otro punto, desde mediados del siglo XX, los adelantos biotecnológicos en medicina han cambiado mucho y han abierto una puerta desconocida que apenas estamos comenzando a asomarnos y a medio entender y eso dio precisamente el origen a lo que hoy conocemos como experiencias de casi muerte o experiencias cercanas a la muerte.

Es común y se dice que es muy difícil presentar una estadística mundial, pero incluso me remito a un autor holandés, el doctor Pim van Lommel de un servicio de cardiología en Holanda, que escribía que aproximadamente un 18% de los pacientes que han hecho una experiencia de casi muerte –en el caso de él era por paro cardiorespiratorio en una unidad de cardiología–, tenían experiencias elaboradas de lo que pasó en ‘el más allá’ y lo más interesante del caso es que eso se comenzó a escribir en todas las latitudes del mundo. Y las experiencias son tan similares todas, independientemente del lugar del mundo en el que se esté. Todas comparten un núcleo que las hace todas muy parecidas. Ahí apareció la idea de la luz, por ejemplo”.

Pero en su caso, usted ha sido testigo directo, ¿cuáles fueron algunas de esas experiencias que le ha tocado?

“Sí, tengo algunas experiencias de pacientes que yo mismo he entrevistado. Recuerdo una de las más completas: un paciente en la pandemia, un señor que atendí, que cuando yo salí de turno de una de las clínicas de Medellín, me estaba esperando, se me acercó y me dijo: ‘Doctor Juan Rodrigo, yo quiero hablar con usted’ y conversamos y me dijo que se acordaba de todo lo que pasó. ‘Yo sé cuando usted tuvo una conversación con mi familia, la situación era que yo me iba a ir’ y después me contó una serie de vivencias muy estructuradas que me llamaron la atención, me contó que estuvo en un plano diferente, que tuvo encuentros con familiares que ya no estaban, vio una luz, unos paisajes con colores que no se ven en la tierra, tuvo reencuentros con sus abuelos, con un hermano que había fallecido años atrás en un accidente, que le dijo que el qué estaba haciendo allí, en fin. Una cantidad de experiencias tan estructuradas, con una cronología tan lógica que es algo muy lejano a que sea una alucinación”.

O como una sugestión...

“Por supuesto, y eso de hecho tiene hasta muchas teorías que intentan explicarlo. Ese caso particular hace referencia a lo que se llama experiencias perimuerte o experiencias en el lecho de muerte y me recuerda mucho al libro La rueda de la vida, de la doctora Elisabeth Kubler-Ross. Ella menciona pacientes ya en estado de agonía al final que dicen que vino su papá, su abuelo y eso está muy bien documentado, testimonios que dicen que personas que ya no están vivas vienen a recogerte. Yo en alguna parte hago un símil sobre que así como en el nacimiento a los hijos los esperan los papás, pienso que cuando mueres de algún modo te están esperando y te recogen aquellos seres que partieron antes”.

¿Usted recordaba el caso de este señor, cuánto tiempo estuvo en UCI?

“Estuvo 17 días intubado”.

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Y todo lo que él le dijo que vio y vivió, ¿sucedió durante esos 17 días o en un punto en particular?

“De hecho su condición era supremamente grave porque a esos pacientes los médicos los intubábamos porque prácticamente a la sangre no le llega oxígeno, se llama hipoxia. El tipo de neumonía que hacía el covid en los casos severos era de tal gravedad que prácticamente nosotros ni sabíamos si podíamos tener un resultado bueno. Y este paciente en particular, cuando ya luego me senté y fui repasando aspectos de la historia clínica, sí estuvo extremadamente grave y más de una vez tuvimos que decidir si parábamos o seguíamos. Finalmente el señor salió”

¿Y el señor por qué se lo quería contar?

“Porque a él esto le cambió la vida, fue un punto de inflexión en su vida. Decía que no era igual a lo que era antes y hasta la esposa me contó que era otra persona. Son personas que se vuelven de pronto un poquito más intuitivas, más empáticas, un cambio de vida para bien y eso está documentado en todos los testimonios de experiencias de casi muerte. Hay un antes y un después, estas personas no vuelven a ser iguales”.

Las mayores pruebas son este tipo de testimonios, pero, ¿encontró algún otro indicio que acompañe estos testimonios?

“Sí, hoy por hoy hay publicaciones de revistas médicas que hablan del fenómeno, como la que acabé de mencionar, el doctor Pim van Lommel en Holanda. No sé si han escuchado al doctor Manuel Sans Segarra, que hace poquito estuvo en Colombia, que también tuve la oportunidad de hablar con él. Aparecieron más estudios en la Universidad de Virginia en Estados Unidos frente a pacientes que habían tenido experiencias cercanas a la muerte y apareció de hecho una clasificación en que de acuerdo a la experiencia te pueden sacar un score de decir si esa experiencia fue baja, media o muy intensa, de acuerdo a un puntaje de 14 ítems. Hasta el punto de que hay una página canadiense llamada Near-Death Experience Research Foundationwww.nderf.org– que va contando las experiencias cercanas a la muerte. Allí uno puede consultar experiencias muy parecidas de países de América Latina, de Pakistán, de India, de China y todas comparten elementos comunes”.

¿Cómo cuáles, qué es lo parecido?

“Lo primero es la experiencia de la salida del cuerpo. De alguna forma los pacientes dicen que ven lo que está pasando en su entorno. De hecho, una de las experiencias la describí con un paciente de nosotros: él me cuenta lo que yo estaba haciendo en ese momento y con quién estaba hablando, lo que yo le decía a las enfermeras, etcétera. La segunda, la sensación de bienestar, el amor incondicional y una cosa muy particular es que pierden como ven su cuerpo y esa sensación de apego o de pertenencia del propio cuerpo se pierde.

Esto ha llevado a que a que muchas de esas teorías nuevas que intentan redefinir la muerte te digan que la conciencia, el ser como tal es solamente la conciencia. Esto finalmente es una carcasa, es un es un vehículo que te hace que tú seas Luz María y yo Juan Rodrigo, pero somos conciencia finalmente.

La luz es algo también muy común y la narran como algo atrayente, no te causa daño, es una luz que te atrae, que te lleva, que te llena de plenitud. Otra cosa es el encuentro con seres que ya partieron, y una más es cómo los pacientes ven colores o paisajes que no se conocen en la tierra. Ellos me han dicho que ven colores que no sabían que existían, paisajes que no conocían o figuras espirituales. Por ejemplo, para los que fuimos educados en la religión católica, la figura que representa todo el amor puede ser Jesús, pero para un musulmán puede ser Mahoma, para alguien de Oriente puede ser Buda, pues cualquiera de esas figuras que representan la luz o el amor. Ellos lo acomodan a su creencia, pero son muy parecidas, independientemente cual sea la religión”.

Pero entonces, no hay ninguna otra prueba, solo los testimonios... Además porque cuando la gente pierde mucho oxígeno también alucina...

“Esa pregunta es excelente porque uno de los argumentos de los detractores de las experiencias como tal consiste en que los pacientes tienen muchas alucinaciones. En cuidados intensivos eso sí que es bien común. ¿Por qué? La enfermedad, una infección, los medicamentos, la edad, etcétera, pero cuando uno analiza lo que se llama las alucinaciones en la clínica se llaman delirium, son experiencias totalmente desorganizadas, son experiencias que el paciente no se acuerda o lo poquito que se acuerda le da pena. No tienen ninguna cronología, el paciente no la recuerda, el paciente no tiene ni idea que eso le pasó o si se acuerda le da pena decirlo. Y no causan ningún cambio en la vida.

Estas otras sí son muy diferentes hasta el punto que los pacientes o las personas no vuelven a ser los mismos”.

¿Y hay estudios?

“En medicina hay estudios de dos tipos. El primero, lo que mencionabas, testimonios, recopilación de casos de distintas partes del mundo. Aparecen estas páginas web grandes y después de eso aparecen ya estudios en medicina, en Holanda, en Estados Unidos, hasta el punto que se creó una escala para medirlas, como la escala del doctor Bruce Greyson.

Esa escala de Greyson miden sus experiencia con 14 items y si da positivo en seis o siete, la podemos estudiar porque es muy completa, una experiencia fuerte y en ese punto es cuando ya en medicina podemos hacer estudios científicos comparando lo que es una experiencia frente a aquellas que no lo son y sobre todo poderlas medir, porque es muy difícil”.

¿En qué momento dices que esto es algo que tienes que contar?

“Porque cuando uno conoce esto, uno se da cuenta que se abrió una ventana en la ciencia que vas más allá de cualquier interpretación. Además esto es algo que a las personas las cambia tanto, las reestructura, genera un gran impacto y por eso pienso que la muerte tiene que ser otra cosa distinta a lo que sabemos. Esto es un cambio de estado”.

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