Hasta $3 millones estaría ofreciendo el Clan del Golfo a sus integrantes, además de ascensos y otros beneficios, para atentar contra los policías que prestan servicio en la zonas donde tienen presencia, situación que se agudizó por la muerte de José Miguel Demoya Hernández, alias Chirimoya, uno de los máximos cabecillas de esta organización. Esto ha hecho que desde el Martes Santo se hayan registrado 13 ataques, en 11 municipios, con un saldo de tres policías muertos y 15 heridos, además de seis civiles y un militar también afectados.
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Quien mostró su preocupación ante esto fue el comandante de la Policía Antioquia, coronel Óscar Mauricio Rico, quien afirmó que “tenemos conocimiento de acciones delictivas patrocinadas contra nuestros hombres, en las cuales hay ofertas de dinero y también para subir dentro de esta organización. Se les estaría ofreciendo entre $2 millones y $3 millones”.
Si bien la muerte de quien sería el quinto máximo cabecilla de esta organización se registró el pasado 5 de abril, en La Apartada, Córdoba, en Antioquia se comenzó a sentir la ofensiva contra la Fuerza Pública desde el martes 15 de abril, con el homicidio del subintendente Deímer Díaz Pérez, quien se encontraba en las afueras de un billar en el municipio de Carepa. Ese día también hubo un ataque contra la Policía, entre Mutatá y Carepa, hecho que no dejó lesionados.
A partir de ahí comenzó la ofensiva, teniendo varios días de picos, siendo uno de ellos el Miércoles Santo, con dos atentados en San Pedro de los Milagros, con tres policías heridos, y en Salgar, con el subintendente Nelson Humberto Cárdenas Carmona, y con otro uniformado lesionado.
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Después de una conclusión de la Semana Santa con un par de casos, en Chigorodó, con el patrullero Jorge Iván García Meza muerto y con un ataque con explosivos contra la estación de la Policía de Murindó, con un soldado del Ejército lesionado, la situación se intensificó a partir del lunes, cuando ocurrieron ataques en Remedios, Uramita, Ebéjico, Puerto Berrío, Vegachí, El Bagre y Maceo, con un total de 16 lesionados, entre policías y población civil.
En estos atentados, de acuerdo con la Policía, se estaría instrumentalizando a menores de edad.
Expansión del Clan del Golfo
Estos sostenidos ataques por parte del Clan del Golfo hicieron que el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, lanzara nuevas críticas contra el Gobierno Nacional, argumentando que las medidas adoptadas de cese al fuego solo han hecho que estos grupos se fortalezcan.
“Mientras soldados y policías tienen las manos atadas para combatir a los criminales, por la Paz Total del gobierno Petro, los bandidos atacan a nuestros uniformados”, dijo el gobernador.
Y así estaría quedando en evidencia con una de las subestructuras más grandes de este grupo delincuencial, la Edwin Román Velásquez Valle, que hasta el 2022 tenía su control territorial en el Occidente antioqueño, entre Dabeiba y Santa Fe de Antioquia, y actualmente extendió su control al Norte y Suroeste antioqueño, además de las zonas limítrofes con Chocó y Risaralda.
De hecho, en el municipio de Mistrató, Risaralda, capturaron el pasado 15 de abril a Álvaro Pérez Rivera, alias Barbas, uno de los cabecillas de esta subestructura y quien es oriundo del municipio de Frontino.
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Según fuentes de inteligencia, se estima que más de 100 personas que formaban parte de este grupo armado en la ruralidad del Occidente antioqueño, lideradas por este cabecilla, serían las encargadas de la expansión territorial que ha generado conflictos en las subregiones.
“El cese al fuego que se tuvo con el Clan del Golfo y la riqueza que obtuvieron de la minería ilegal en Frontino y Buriticá y las rutas del narcotráfico que los conecta con el Chocó y el Nudo del Paramillo les permitió tener un músculo financiero muy importante para poder comenzar esta expansión territorial”, expresó la fuente de inteligencia sobre el poder adquirido por esta subestructura.
En esta subregión, aprovechando la cercanía con el Chocó y Risaralda, han sostenido confrontaciones con los frentes de esta organización que ya se encontraban en disputas, como eran las facciones de los hermanos Medardo y Abelardo Vargas Benítez, alias Sangre y La Erre, y la de Andrés Felipe Morales Marín, alias Carne Rancia.
Además se han enfrentado con los Halcones del Suroeste o La Oficina de Andes, un apéndice de la banda La Terraza en esta subregión, y con estructuras locales por tener el control territorial de esta subregión.
Nelson Enrique Guzmán Ruiz, alias Soldado, sería el cabecilla de esta subestructura, quien rendiría cuentas a Wilmar Albeiro Mejía Úsuga, alias Richard, comandante del Bloque Central Urabá, el cual se estaría encargando directamente de los ataques en el Urabá antioqueño.
En el Nordeste, Bajo Cauca y Magdalena Medio estarían participando en los ataques las subestructuras Uldar Cardona Rueda, liderada por Fredy José Rivera Cochero, alias Roberto o Bula, y la Jorge Iván Arboleda Garcés, que tendría como comandante a Luis Daniel Eran Baldovino, alias Chuzo, quienes a su vez responderían a las órdenes de José Gonzalo Sánchez, alias Gonzalito, cabecilla del Bloque Roberto Vargas Gutiérrez.
A estos grupos, que ya estaban radicados allá, se le sumaron las subestructuras Jairo Julio de Hoyos, con presencia en Segovia y Remedios, y la Jorge Mario Valle, que estaría en Caucasia, El Bagre y Zaragoza, según fuentes de la Fiscalía.