Hay una pregunta que se reproduce con ansiedad en los pasillos del poder en Bogotá: ¿Quién va a ser el candidato del Pacto Histórico para la Presidencia en 2026? La respuesta es difícil porque el presidente Gustavo Petro no ha dado hasta ahora ninguna luz de su preferencia y tampoco del mecanismo que se usará para competir otra vez por la Casa de Nariño.
Lejos de eso, el presidente le ha hecho desplantes a Gustavo Bolívar, el candidato de la izquierda que lidera todas las encuestas. Este viernes desde el Catatumbo, Petro cambió el orden del día para impedir que Bolívar hiciera su intervención ante la comunidad. “Usted renunció y el que renuncia se va y no habla en estos espacios. Hay que buscar los caminos, Bolívar”, dijo el mandatario.
Mientras eso ocurría en Catatumbo, en Atlántico el ministro del Interior tenía una agenda política importante. Se reunió con los principales líderes del Caribe en un evento para hablar de la autonomía regional y el compromiso del Gobierno con la ley de transferencias que se aprobó y modifica los presupuestos dirigidos desde el Gobierno central hacia los entes territoriales.
“Hoy me comprometo a dedicarme a instalar la Comisión de Ordenamiento Territorial la cual presido. Gobernadoras y gobernadores, tienen un soldado más, con todo el amor y cariño Caribe, para desde el Gobierno sacar adelante la autonomía regional por la que tanto hemos trabajado”, señaló.
Eso ocurrió en una región que es determinante para las elecciones, en donde las maquinarias locales tienen fuerza y poder, y que cambia el tablero en los resultados nacionales. Pero no fue la única reunión que tuvo. Una fuente le confirmó a EL COLOMBIANO que el martes pasado Benedetti se reunió con Lidio García, el senador del ala del expresidente César Gaviria que el Partido Liberal escogió para ser candidato a la Presidencia del Senado a partir de julio. “Benedetti lo invitó a tomar café en el Opera. Son muy amigos”, dijo la fuente.
Benedetti se habría reunido una vez más con García en el evento del Caribe. Esa reunión es trascendental porque una cercanía del presidente del Senado con el Gobierno en el último año sería estratégica. Aún están pendientes la reforma a la salud que no se ha discutido en la Comisión Séptima del Senado, falta la ley de competencias, y otros proyectos que el Gobierno intentará mover con toda la artillería cerrando su administración.
Otro dato es que esta semana se puso a sonar una candidata para el Ministerio de Comercio que esté en en cargo con Cielo Rusinque desde que salió Luis Carlos Reyes. Marcela Morales Rojas es una abogada cercana a algunos congresistas del Partido Liberal. Es la secretaria de la Comisión Cuarta de la Cámara en donde los representantes son más cercanos al Gobierno y más distantes a Gaviria. Otra fuente de este diario dijo que la coalición que había enviado la hoja de vida de Morales está compuesta por Fabio Amin, Carlos Alejandro Chacón, Jhon Jairo Roldán, Laura Fortich, Jaime Durán, Claudia Pérez y Alejando Vega.
Estos últimos congresistas han tenido un poder especial de influencia en entidades del Gobierno como Findeter y la Previsora, en donde hoy tienen control. Pero también está el Fondo Nacional del Ahorro, la Agencia Nacional de Minería y otras más. Benedetti está negociando la burocracia con los congresistas para asegurar mayorías en decisiones trascendentales como la consulta popular y las discusiones de las reformas que se vienen. Y parece que lo está logrando. “No están los votos para negar la consulta”, dijo una congresista a EL COLOMBIANO.
La estrategia de Benedetti demuestra que el Gobierno tiene un juego a dos bandas. Mientras que Petro usa un discurso de garrote: amenazante y duro contra la élite, algo que según los expertos es típico de una narrativa populista, Benedetti usa la zanahoria: se reúne entre risas con los mismos políticos a los que el presidente llama “HP” y acusa de querer darle un golpe, promete unidad y compromiso con las regiones con las que el presidente ha sido duro, y se reúne con los políticos para acordar mientras que se definen cargos como la cartera de Comercio y otros.
Y al mismo tiempo, Benedetti es el que tiene las llaves del poder hoy en el Gobierno. Trabaja de la mano con la directora del Dapre, Angie Rodríguez, decide la agenda de Petro y lo representa, y se sienta a su lado en los consejos de ministros y las alocuciones. La cercanía no es solo administrativa sino que se trata de un cariño que Petro le ha expresado en público entre risas. “Nunca he ido a una fiesta con Benedetti porque me da miedo las mujeres que invita”, dijo en un evento frente a jóvenes del Sena.
El ministro definitivamente está encargado de la estrategia de la campaña y de organizar el Gobierno para la consulta popular y para las elecciones del 2026, en las que Petro parece no tener candidato todavía. Ha negado algún interés de reelegirse, aunque en los eventos en los que lo ha dicho, los manifestantes le piden la reelección. “Leyva me decía todos los días el camino para reelegirme”, dijo contestando a las cartas de su excanciller la semana pasada.
Y, finalmente, el político barranquillero está desarrollando una guerra interna con Laura Sarabia aunque a la prensa no le ha dicho nada; se puso la mano en la boca la última vez que le preguntaron por esa pelea.
Es probable que Benedetti influya en quién se terminará consolidando como candidato del Pacto y el último año de Gobierno estará al frente del Gobierno llenando los espacios, no pocos, que el presidente deja vacíos.