Seguro para miles de colombianos aún es complicado ver a Salvatore Mancuso hablando de paz. Aunque se trata de un gesto importante para un país con tantas heridas de guerra, no deja de impactar, pues proviene de un hombre que causó tanto dolor, destruyó cientos de familias y dejó centenares de víctimas en todo el país.
Desde que recuperó su libertad, Mancuso ha tratado de transformar su imagen: ya no la del temido comandante paramilitar, sino la del gestor de paz y promotor de un discurso de reconciliación.
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Como invitado del gobierno de Gustavo Petro para promover la paz, Mancuso ha ofrecido múltiples entrevistas a diversos medios, pero quizá la que concedió recientemente al director de Cambio, Federico Gómez, ha sido la más reveladora. No se limitó a repetir sus funciones como gestor de paz ni a hablar de manera general sobre los crímenes que ordenó, sino que puso al desnudo la conciencia del excriminal y, por primera vez, lo llevó a responder cuántas personas asesinó él directamente.
—¿Usted duerme bien? —preguntó el periodista y director.
—Yo primero tuve que reconciliarme conmigo mismo, pedirle perdón a Dios, perdonarme a mí mismo para luego poder ir a pedirles perdón a las víctimas —respondió entre lágrimas.
Con seguridad, es la pregunta que cientos de ciudadanos habrían querido hacerle a Mancuso: comprender cómo un hombre de cuya mente salieron los actos criminales más atroces padecidos por inocentes logra conciliar el sueño.
Aunque la justicia le atribuye a Mancuso más de 80.000 hechos criminales, él reconoció que la mayoría le fueron adjudicados por línea de mando, no por responsabilidad directa; es decir, fueron cometidos por hombres que estaban bajo sus órdenes.
Sin embargo, al ser consultado sobre cuántos cometió directamente, reconoció que desconoce el número, pues ocurrieron en medio de combates, según él.
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“Yo utilizaba un fusil que tenía mira telescópica de francotirador, y en la guerra, en el fragor de ella, apunté a muchos objetivos guerrilleros que veía caer. Por supuesto que cayeron en combate”, narró.
Un aspecto particular de la entrevista fue el desafortunado vínculo entre sus protagonistas: víctima y victimario.
El director de Cambio, es hijo del exministro y exfiscal Alfonso Gómez Méndez. En la entrevista aprovechó para encarar a Mancuso y preguntarle por qué, cuando era comandante paramilitar, le puso precio a su cabeza, siendo él un niño de apenas ocho de edad.
Director de Cambio: “Mi papá fue nombrado fiscal general de la Nación en el año 97, él decidió que una de sus prioridades iba a ser declararle una guerra frontal a los paramilitares (...) luego llegó información de inteligencia en donde nos dicen que las autodefensas decidieron tomar retaliación contra el hijo menor del fiscal general, o sea contra mí, y que le pusieron precio a mi cabeza. Ese fue el primer día y casi que el único día que yo vi llorar a mi papá arrodillado al lado de la cama dando alaridos porque mi mamá, mi hermana y yo tuvimos que salir corriendo del país. Hoy estamos usted y yo sentados enfrente. ¿Qué siente de que estemos ustedes aquí sentados? ¿Qué me tiene que decir?”.
Mancuso: “Primero lamento mucho lo que sucedió en aquel momento contigo, con tu familia. La verdad que aprovecho esta ocasión para pedirte perdón de todo corazón por esos hechos que estuvieron en la cabeza mía y de los comandantes Carlos Castaño porque yo tuve parte de responsabilidad en eso. Entonces primero expresarte mi pedido de perdón, mi arrepentimiento por esos hechos y mi compromiso de no repetición. Esto jamás tiene que volverse a repetir. La potestad de quitarle la vida a un ser humano es de Dios”.
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Salvatore Mancuso regresó a Colombia en febrero de 2023, luego de haber pasado más de una década en una prisión de Estados Unidos, donde fue condenado por delitos relacionados con el narcotráfico. Su retorno al país no fue producto de una orden judicial ni de una extradición tradicional, sino de una decisión política. El gobierno de Gustavo Petro lo designó como gestor de paz, con el objetivo de facilitar procesos de verdad, reconciliación y desmantelamiento de estructuras criminales.
Sin embargo, su permanencia en ese cargo fue breve. Hace pocas semanas, Mancuso renunció a la figura de gestor, alegando falta de garantías y tensiones con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, dirigida por Otty Patiño. Según versiones conocidas, los desencuentros habrían girado en torno a los alcances reales de su papel, la ausencia de recursos y una supuesta desconfianza institucional frente a sus aportes.
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