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Campuzano y Loboa, los dueños del equilibrio en Nacional y DIM de cara al clásico paisa este domingo 26 de octubre

Ambos viven un gran momento con Atlético Nacional e Independiente Medellín. Este domingo, a partir de las 6:30 de la tarde en el clásico 340 entre verdes y rojos, salen por más protagonismo.

  • A sus 29 años, Jorman transmite serenidad en la cancha a todos sus compañeros. Es el hombre que siempre está ahí para respaldar al plantel. Por su parte, Halam Loboa, de 19 años, tiene contrato con el cuadro rojo hasta el 30 de junio de 2029. Fue renovado recientemente. Fotos Juan Antonio Sánches y Manuel Saldarriaga.
    A sus 29 años, Jorman transmite serenidad en la cancha a todos sus compañeros. Es el hombre que siempre está ahí para respaldar al plantel. Por su parte, Halam Loboa, de 19 años, tiene contrato con el cuadro rojo hasta el 30 de junio de 2029. Fue renovado recientemente. Fotos Juan Antonio Sánches y Manuel Saldarriaga.
hace 3 horas
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Hay jugadores que no necesitan hacer un gol o levantar los brazos para ser reconocidos. A veces basta con verlos moverse en silencio, marcando los tiempos, apagando incendios y encendiendo ideas. Jorman Campuzano es uno de ellos. En el Atlético Nacional actual, ese que intenta reencontrarse con su grandeza bajo la guía de Diego Arias, el mediocampista cordobés se ha convertido en la brújula silenciosa, en el corazón que late sin ruido pero que marca el compás del equipo.

A ningún hincha le quedan dudas: el mejor refuerzo de la era reciente no es el delantero que hace los goles ni el defensa que despeja con fuerza. Es Campuzano. Por encima de Alfredo Morelos —que cumple con anotaciones y carisma—, el volante ha devuelto el orden, la responsabilidad y el alma de un equipo que pedía equilibrio a gritos. Le da salida limpia, cubre espacios imposibles y contagia liderazgo. Hoy, los hinchas lo llaman con respeto y cariño: el Pirlo verdolaga.

En el fútbol hay hombres que parecen invisibles, piezas que no siempre brillan, pero sin las cuales el engranaje se derrumba. Jorman es eso: la estabilidad en medio del vértigo. Su fútbol no deslumbra con adornos, sino con precisión. Es un obrero de lujo, de los que piensan y hacen pensar. Dentro del campo, actúa como una extensión del técnico Arias, quien jugó en su misma posición y lo entiende como pocos. Ambos hablan el mismo idioma: el del orden, la lectura del juego y la entrega total.

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Fuera del terreno, su historia explica su temple. Llegó a Bogotá siendo un adolescente, con una maleta de ilusiones y pocas certezas. Durmió en la calle, trabajó en lo que pudo y se aferró al sueño del fútbol. Paradójicamente, fueron hinchas de Millonarios quienes le tendieron la mano y lo acercaron a los entrenamientos. “La vida tiene sus giros”, diría años después, ya con la camiseta de Nacional, el eterno rival de aquellos que un día lo ayudaron a levantarse.

Su salto al profesionalismo llegó con el Deportivo Pereira en 2015. Tres años después, el verde lo fichó y le abrió las puertas de una hinchada que aprendió rápido a valorar su carácter. Su paso por Boca Juniors consolidó su madurez. Allí vivió glorias y tragedias. En 2021, perdió a su hijo, y con él, casi pierde las ganas de jugar. “No quería saber más del fútbol”, admitió alguna vez. Pero el dolor lo transformó: de esa herida nació el jugador que hoy lidera desde la serenidad, el que no se rinde, el que no reclama, el que entiende que cada pase es una forma de agradecerle a la vida una nueva oportunidad.

Ahora, de regreso en Medellín, Jorman no solo es el equilibrio de Nacional, sino su voz interior. En el clásico de este domingo frente al Medellín, será el encargado de darle sentido al juego, de sostener el equipo cuando arrecie la presión y de hacer brillar a los demás desde la sombra. Porque si algo ha aprendido Campuzano es que no se necesita ruido para ser importante.

Él representa al fútbol de los que se levantan una y otra vez, de los que aprenden a convivir con el dolor y lo transforman en energía. En una era de nombres rutilantes y gestos para las cámaras, Jorman es distinto: juega con el alma, calla con el ejemplo y ordena con una mirada. Este domingo, cuando la pelota ruede en el Atanasio, será una vez más el motor silencioso de un Nacional que, como él, ha aprendido a renacer.

Halam Loboa, un joven un talento que impresiona

Parece tener un doctorado como volante central. Conoce los secretos de la posición que solo da la experiencia, acumular horas y horas de trabajo en el fútbol profesional. Pero no. En realidad, Halam Loboa lleva muy poco tiempo en el balompié de primera división. El mediocampista del Medellín debutó el 9 de mayo pasado, en la visita del cuadro rojo al Bucaramanga por la fecha 18 del Torneo Apertura de la Liga.

Ingresó al minuto 64 para reemplazar al brasileño Marcus Vinícius. Con un corte de cabello extraño, propio del ritual de debut en el balompié criollo, cumplió una buena presentación. Desde la cantera del Medellín lo felicitaron. Su camino en el profesionalismo recién empezaba y, aunque siempre fue considerado un buen prospecto, era difícil pensar que en el corto plazo se consolidara.

Loboa juega en la misma posición que, durante el Apertura, fue ocupada por el atlanticense Homer Martínez, para muchos el mejor futbolista del Medellín en el primer semestre del año. El primer recambio, por su parte, era Jaime Alvarado, uno de los capitanes del equipo.

Halam tenía que esperar. Sin embargo, desde que era pequeño en su natal Guachené, Cauca —municipio donde tuvo su primer acercamiento al balompié—, supo que debía aprovechar las oportunidades de la vida. Por eso, cuando empezó a sonar el rumor de que Homer se iría a México y Alejandro Restrepo lo ponía a jugar en los entrenamientos, entendió que tenía la opción de ganarse un lugar entre los titulares del primer equipo.

Al principio se pensó que sería algo temporal. El tiempo demostró que no. En apenas cinco meses, Loboa se consolidó como figura de El Poderoso. Ahora es una de las piezas fijas entre los elegidos por el cuerpo técnico. Su capacidad para estar bien ubicado en la cancha, meterse en el área cuando los compañeros requieren respaldo y dar un pase largo para descongestionar una zona del campo, lo convirtieron en la gran revelación del Rey de Corazones.

Hasta el momento, no ha marcado goles. Sin embargo, en los 23 partidos que ha disputado entre mayo de 2025 y la previa del clásico paisa de este fin de semana, suma un total de 1.502 minutos y ha dado una asistencia. La dupla que ha armado con Baldomero Perlaza en el eje central del mediocampo, ocupando siempre la posición de “5” recuperador con la maestría de un veterano, es uno de los pilares del buen rendimiento del DIM, para muchos el mejor equipo del año.

En el partido ante Nacional, su labor será fundamental. El técnico Restrepo manifestó que, en un juego tan cerrado como se espera que sea el duelo de la fecha 17, es crucial que los futbolistas de la mitad de la cancha estén concentrados todo el tiempo para, por un lado, cortar las intenciones de ataque del rival y, por otro, darle volumen ofensivo al Medellín.

Loboa cumple ambas funciones con gran virtud. Así lo ha demostrado en los 14 partidos que, por el momento, suma en el Clausura. Además, en juegos de alta presión ha mostrado una frialdad que ha llevado a muchos a pensar que, más pronto que tarde, saldrá de El Poderoso hacia el extranjero, donde su “doctorado” como volante central tendrá un gran peso.

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