Ser una mujer en Afganistán es difícil de por sí. En medio de tragedias como el devastador terremoto de magnitud 6 que se produjo al este del país y que dejó más de 2.200 muertos, lo es aún más.
Los habitantes de algunas de las zonas más aisladas, como en las laderas de las montañas de la provincia de Kunar donde se concentró la mayoría de víctimas, continuaban esperando ayuda después de varios días desde el sismo que se registró el pasado domingo 31 de agosto.
Pero, aunque los rescatistas lleguen, muchas jóvenes y niñas quedarían sin atención vital en un panorama de más de 3.700 personas heridas.
En este país, que se rige bajo las normas impuestas por los talibanes desde hace cuatro años, se prohíbe el contacto de las mujeres con hombres que no tengan parentesco e incluso con médicos varones, por lo que muchas de las heridas no son atendidas a tiempo.
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La prohibición de que las mujeres estudien medicina también ha reducido drásticamente el número de profesionales capaces de atenderlas.
En medio de los escombros, a los cadáveres de las mujeres, algunos rescatistas dudaron en sacarlas o las halaban de la ropa para no tener contacto directo con la piel, de acuerdo con un testigo que relató los hechos a The New York Times.
“Parecía que las mujeres eran invisibles”, dijo Muhazeb, de 33 años, al diario estadounidense. “Primero atendieron a los hombres y a los niños, pero las mujeres estaban sentadas aparte, esperando atención”.
Según documentó ONU Mujeres, las mujeres se ven cada vez más excluidas de la vida pública y en tragedias como esta, no hay excepciones.
Las mujeres afganas, quienes figuran entre las primeras en responder, trabajan hasta 18 horas al día, recorren largas distancias a pie y golpean puerta por puerta para poder hablar directamente con las afectadas por el desastre.
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“Es un trabajo agotador y les resulta imposible llegar a todos los que necesitan ayuda”, advirtió Susan Ferguson, Representante Especial de ONU Mujeres en Afganistán.
La agencia de la ONU y sus aliados ya están desplegados en las zonas más golpeadas, priorizando asistencia en efectivo, lonas, jabón y productos de higiene femenina.
“En un contexto como el de Afganistán, es esencial que las mujeres brinden asistencia a las mujeres y las niñas”, insistió Ferguson, recordando que en el terremoto de Herat de 2023 casi seis de cada diez fallecidos fueron mujeres y que dos de cada tres heridos también lo eran.
Sin trabajadoras humanitarias sobre el terreno, miles de mujeres quedan fuera del radar de los hombres rescatistas. “Las restricciones culturales pueden dificultar el acceso de las mujeres al apoyo y los servicios, como hemos visto con las mujeres afganas que regresaron de Irán y Pakistán”, precisó la funcionaria de ONU Mujeres.