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Espíritu patriótico

hace 6 horas
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Por Federico Hoyos Salazar - contacto@federicohoyos.com

La política ejercida correctamente puede ser una de las tareas más nobles de la vida en sociedad. Pero también puede convertirse en una de las actividades más rechazadas cuando se reduce a la búsqueda de intereses personales y se olvida que, ante todo, es servicio a los demás.

Hoy en Colombia estamos ante dos decisiones críticas para el futuro: la conformación de las listas al Congreso de la República y la selección de los candidatos presidenciales. En torno a estos debates suelen dominar cálculos cuantitativos: cuántos votos tiene tal partido, quién “debe hacerse contar” para medir su futuro político, o la urgencia de ganar visibilidad para acumular capital electoral. Discusiones comprensibles, pero quedarse solo en esa aritmética es perder de vista lo esencial. Es necesario examinar con detalle otros aspectos como la idoneidad de las personas, la visión de país y las capacidades para ejercer con excelencia la actividad política.

Reducir el deseo de servir a un ejercicio de escenarios, hojas de Excel y conveniencias personales o partidistas termina por desplazar del centro lo que realmente importa: las ideas, el carácter de los gobernantes, las propuestas y así, el interés general del país.

En las próximas elecciones los colombianos enfrentamos una decisión que trasciende cualquier disputa menor: conservar nuestro sistema democrático o abrir la puerta a aventuras constituyentes impulsadas por quienes hoy gobiernan. Más que cálculos de pequeña política, este es un momento para pensar con patriotismo, desinterés y sentido práctico para derrotar al populismo estatista que busca continuar en el poder.

Es la hora de construir los mecanismos más efectivos para que surja un Congreso renovado, ajeno a las prácticas clientelares y que produzca altura en los debates y posibilidad de encontrar acuerdos en las diferencias.

También es el momento para que quienes aspiran a la Presidencia —y reconocen que sus candidaturas no han tomado vuelo suficiente— aporten a un consenso alrededor de quienes sí pueden ganar. Para lograr lo anterior, se requiere espíritu patriótico y generosidad, más que calculadoras y hojas de Excel.

Confío en que muchos lo entienden. Y estoy seguro de que, en pocas semanas, el escenario que hoy parece confuso se transformará en un horizonte de optimismo y esperanza para el futuro de Colombia.

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