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Un lugar seguro

Da tristeza ver cómo cambian las cosas y cómo ahora EE.UU. se causa a sí mismo una herida tan grande. Minar la independencia académica e intentar alinear la ciencia con una ideología política determinada parece una historia salida de otra época y otro mundo.

hace 8 horas
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  • Un lugar seguro

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

En estas volteretas de la historia, que por supuesto no son nuevas y que tampoco serán las últimas, Europa se está convirtiendo de la noche a la mañana en refugio para muchos investigadores estadounidenses. Si a principios del siglo pasado Albert Einstein y un grupo de importantes científicos huyeron de la Alemania nazi y emigraron a Estados Unidos, ahora la ciencia emprende el camino de vuelta.

La reducción de los fondos federales para las universidades y la detención de estudiantes o de científicos extranjeros pueden ser lo más llamativo de la nueva política contra el conocimiento establecida por la Casa Blanca, pero hay otras medidas igual de agresivas. Áreas de investigación tan importantes como la geología, la meteorología y hasta el cáncer han visto recortados sus presupuestos y ahora son sometidas a unos censores que revisan que las publicaciones de sus resultados no incluyan palabras prohibidas como “política” o “mujeres”. Las becas Fulbright con las que pagaban sus estudios casi 20.000 estudiantes fueron congeladas y las universidades a lo largo y ancho de Estados Unidos han tenido que reducir el número de aspirantes a doctorado.

En este escenario, Europa ha movido ficha y quiere aprovechar la oportunidad para fomentar la ciencia. Por ejemplo, la Universidad de Aix-Marseille anunció que va a lanzar su programa Safe Place for Science para traer 15 científicos de Estados Unidos que trabajen en clima, astrofísica o salud. En las primeras 24 horas recibió más de 30 aplicaciones. La idea es que otras universidades francesas ofrezcan “asilo científico” y que este proyecto se extienda por todo el Viejo Continente.

Aunque no está claro que Europa pueda igualar a Estados Unidos como superpotencia en ciencia e innovación, el esfuerzo se agradece. La Unión Europea gasta alrededor del 2% del PIB en investigación y desarrollo, mientras que los estadounidenses invierten el 3,6%. Sin embargo, no deja de llamar la atención que el año pasado China e India fueran los mayores contribuyentes a la investigación de alta calidad, dejando rezagados a americanos y europeos.

En la década de 1930, más de 1.500 científicos perseguidos por el nazismo emigraron a Estados Unidos, donde crearon nuevos campos de investigación e innovación, mientras que de pasada obtenían 16 premios Nobel. La llegada del hombre a la Luna se debió en gran medida a los aportes de estos refugiados que recibieron protección y patrocinio de la llamada Operation Paperclip.

Da tristeza ver cómo cambian las cosas y cómo ahora Estados Unidos se causa a sí mismo una herida tan grande. Minar la independencia académica e intentar alinear la ciencia con una ideología política determinada parece una historia salida de otra época y otro mundo, pero aquí estamos de nuevo repitiendo errores.

Albert Einstein pronunció un valioso discurso en 1933 para manifestar su apoyo a todos los científicos que tenían que salir de su país y buscar refugio. En ese momento, en el que crecía el extremismo y temblaba la economía, dijo: “Cada avance del conocimiento y la invención se lo debemos a la libertad individual, una libertad sin la cual no vale la pena vivir”.

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