En lo que respecta a la alimentación, una de las dietas más reconocidas por sus beneficios es la mediterránea. Sin embargo, hay otras opciones que se destacan por sus efectos positivos que la ciencia se ha encargado de demostrar. Una de ellas es la dieta nórdica.
Como su nombre lo dice, esta se basa en algunos de los alimentos tradicionales de los países nórdicos: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. Al igual que la mediterránea, promueve el consumo de frutas, vegetales, cereales integrales y pocas grasas.
Lo que diferencia a ambas opciones son los alimentos específicos que las conforman. Por ejemplo, mientras que en la mediterránea suele utilizarse el aceite de oliva, en la nórdica se prefiere el de canola. Otra de las diferencias es que en esta última la zanahoria, los nabos, la col y la coliflor tienen mayor protagonismo, ya que se producen en grandes cantidades en esa región.
Además, a quienes deciden adoptar la dieta nórdica se les sugiere incluir algas en su alimentación. En cuanto a las frutas, destacan los arándanos y las fresas. Las principales fuentes de proteína son pescados bajos en grasa como el salmón y el atún, mientras que el consumo de huevos, pollo, carnes rojas y embutidos es limitado. Y en los carbohidratos, se priorizan el centeno, la cebada y la avena, y se recomienda elegir lácteos bajos en grasa.
A diferencia de la mediterránea, que se basa en tradiciones gastronómicas de hace décadas, la dieta nórdica es más reciente. Fue creada en 2010 por un grupo de expertos con el propósito de mejorar los hábitos alimenticios en estos países y promover el consumo de productos locales.