Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Video: Así fue la misa de entronización, el inicio del pontificado de León XIV

Con el palio en los hombros y el anillo del pescador, el nuevo Papa asumirá su misión como guía de la Iglesia.

  • En el corazón del Vaticano, León XIV inicia su pontificado no con gestos de poder, sino con símbolos de servicio, oración y escucha. La misa de inicio expresa, sin discursos, el tono espiritual de una misión global que se anuncia con humildad. FOTO GETTY
    En el corazón del Vaticano, León XIV inicia su pontificado no con gestos de poder, sino con símbolos de servicio, oración y escucha. La misa de inicio expresa, sin discursos, el tono espiritual de una misión global que se anuncia con humildad. FOTO GETTY
hace 9 horas
bookmark

Antes de que el canto de las campanas anuncie el inicio de la liturgia, el nuevo Papa caminará solo, entre columnas de mármol y silencio, hasta el corazón de las grutas vaticanas. Allí, donde yace el cuerpo del apóstol Pedro, León XIV se detendrá en oración. A su alrededor, custodios del rito y patriarcas orientales guardarán el recogimiento. El incienso subirá lentamente, en espirales invisibles, como un puente entre el primer testigo de la fe y su más reciente sucesor. Así comenzará, bajo tierra y en solemnidad, la misa que marcará el inicio visible del pontificado número 267 en la historia de la Iglesia católica.

Se celebrará este domingo 18 de mayo a las 10:00 a. m., en el atrio de la Basílica Vaticana y en la explanada que se abre ante ella. No se trata de una coronación ni de una investidura en términos políticos. Como explica Wilmar Roldán, teólogo y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, “esta Eucaristía manifiesta la comunión eclesial: una sola Iglesia, aunque diversa en carismas, lenguas y culturas, que reconoce públicamente a su nuevo pastor”.

En efecto, León XIV ya ejerce como papa desde que aceptó su elección en el cónclave. Sin embargo, la Iglesia celebra esta misa para expresar, con signos y palabras, el inicio de una misión pastoral global. “El nuevo pontífice no recibe el poder de manos de los cardenales”, aclara el teólogo y filósofo Camilo Gálvez. “Lo asume desde su aceptación. No obstante estos gestos rituales evocan el vínculo con Pedro y la transmisión ininterrumpida de la fe”.

Mientras el Papa regresa al atrio, se entonarán las Laudes Regiæ, letanías que invocan la protección de los santos sobre su pontificado. Desde el portón central de la basílica colgará un tapiz con la escena de la pesca milagrosa —una reproducción del original diseñado por Rafael— que remite al pasaje evangélico donde Cristo le pide a Pedro que apaciente a sus ovejas. En el altar se dispondrá, de igual forma, la imagen de la Virgen del Buen Consejo, llevada desde el santuario mariano de Genazzano.

Allí, en presencia de miles de fieles y de representantes religiosos y diplomáticos, se llevará a cabo uno de los momentos más significativos del rito: la imposición de las insignias petrinas. El palio, tejido con lana de cordero virgen y decorado con cruces negras, se colocará sobre los hombros del Papa para recordar su llamado a ser pastor del pueblo de Dios. El anillo del pescador —que simboliza la autoridad apostólica y el llamado a confirmar en la fe a sus hermanos— será entregado como sello de su nuevo ministerio.

Ambos signos serán presentados por tres cardenales provenientes de distintos continentes, en representación del colegio cardenalicio en su diversidad. Se trata de un gesto que reafirma el carácter universal del pontificado y anticipa el tono que León XIV podría imprimir a su servicio como guía espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo.

Infográfico
Video: Así fue la misa de entronización, el inicio del pontificado de León XIV

Los signos del pastor: símbolos que hablan sin palabras

Así, bajo el eco de los cantos sagrados y el humo del incienso, León XIV recibirá, uno a uno, los signos que lo identificarán como obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro. Son objetos modestos en apariencia, aunque su carga teológica y simbólica ha sido pulida por siglos de tradición. Son lenguajes. Cada gesto, cada material, cada oración que los acompaña, contiene una declaración profunda sobre el servicio, la fe y el poder entendido como responsabilidad espiritual.

El primero en ser impuesto será el palio, una banda estrecha de lana blanca, decorada con seis cruces negras de seda. Cae sobre los hombros del Papa con dos extremos rectos —uno sobre el pecho y otro en la espalda— y está sujeta con tres alfileres metálicos que representan los clavos de la cruz. La lana proviene de corderos bendecidos en la festividad de Santa Inés, y es tejida por monjas de clausura, lo cual no es un detalle menor: el símbolo nace del sacrificio y de la contemplación silenciosa.

Según explica Vatican News, el palio alude al Buen Pastor que carga sobre sus hombros a la oveja perdida, y al triple mandato que Cristo confía a Pedro en el Evangelio de Juan: “Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas”. En palabras de Roldán, “el palio recuerda que el Papa está llamado a tener olor de oveja y a dar la vida por su rebaño. No es un jefe, es un pastor”.

Lea también: Las contundentes posturas del papa León XIV sobre homosexualidad, aborto, migración y abusos de la Iglesia

Después del palio vendrá la entrega del Anillo del Pescador, que tampoco es un adorno litúrgico, es un sello apostólico. Se llama así porque recuerda a Pedro, el pescador de Galilea, que lanzó sus redes confiando en la palabra de Jesús. Aquel que negó tres veces a su Maestro, que lo confesó como Hijo del Dios viviente, y que fue confirmado como la piedra sobre la que se edificaría la Iglesia. El anillo representa, por tanto, la autoridad y la fe que sostiene a quien guía.

En el rito oficial, el palio será impuesto por un cardenal diácono; otro, del orden presbiteral, pronunciará una oración por la asistencia divina sobre el nuevo pontífice; y un tercero, del orden episcopal, le entregará el anillo invocando a Cristo como “Pastor y Obispo de nuestras almas”. Esa distribución no es arbitraria: refleja la estructura del colegio cardenalicio y su dimensión universal. Como señala Gálvez, “estos signos no son para el Papa, son para el pueblo creyente. Le recuerdan al mundo que hay un eslabón que une al primer pastor con el actual”.

En ese momento, el Papa tomará el Libro de los Evangelios y bendecirá a la asamblea con él. El gesto es breve y profundo: no bendice con su mano, lo hace con la Palabra. Luego se escuchará la aclamación en griego “Ad multos annos” —“Por muchos años”—, un deseo colectivo de larga vida y fecundo ministerio para quien asume la guía espiritual de más de mil millones de católicos.

Ahora, el lenguaje litúrgico no usa discursos, usa símbolos. Y en esta misa, todo habla: desde el tapiz que recuerda la pesca milagrosa, hasta la imagen de la Virgen del Buen Consejo colocada junto al altar. Es decir, se trata de un relato visual que articula pasado, presente y esperanza. Por eso, cada objeto será signo; cada signo, un compromiso.

Un pontificado que comienza sin alzar la voz

Cada gesto, cada pausa, cada idioma empleado en esta misa dibujará las primeras líneas del pontificado de León XIV. A diferencia de otros actos solemnes donde la autoridad se impone con voz fuerte o presencia imponente, aquí será el eco de las Escrituras y la diversidad del Pueblo de Dios lo que configure el tono de su ministerio.

Después de la entrega del palio y el anillo, vendrá el rito de la obediencia, que no será, como en siglos pasados, una fila interminable de cardenales inclinándose ante el nuevo papa. Doce personas se acercarán: representantes de los fieles, obispos, religiosas, laicos, jóvenes y familias de distintos continentes. En ellos, la Iglesia reconocerá al pastor, y el pastor, a su pueblo. “Estos ritos condensan siglos de tradición, asimismo son espejos del presente. Hablan de un liderazgo que se ejerce con escucha, no con imposición”, recuerda Gálvez.

Tras el rito, León XIV pronunciará su homilía, el primer mensaje pastoral de un pontífice que ya ha dado señales de cercanía. Cuando apareció en el balcón tras su elección, no habló en inglés —su lengua natal—, sino en español, gesto que muchos leyeron como una deferencia hacia América Latina y una marca de humildad. En esa medida, durante su primer encuentro con periodistas, evitó el tono triunfal y llamó a “desarmar las palabras”.

Por otro lado, cabe mencionar que la oración de los fieles se elevará en cinco idiomas —portugués, francés, árabe, polaco y chino—, y expresará las intenciones por la Iglesia universal, los gobernantes del mundo, los que sufren, la misma asamblea y el nuevo pontífice. La Plegaria Eucarística I, también llamada Canon Romano, será la fórmula elegida. No es casual: es la más antigua y solemne, la que subraya la continuidad litúrgica con los primeros siglos del cristianismo.

Al final de la misa, León XIV impartirá una bendición solemne invocando la imagen bíblica de la vid y los sarmientos. Pedirá que el Señor proteja el viñedo que Él mismo plantó: la Iglesia. Luego, recitará la oración del Regina caeli, aún dentro del tiempo pascual. Solo entonces, entre el murmullo de los fieles y el viento de primavera en Roma, concluirá el rito.

Roldán intuye en este comienzo una voluntad clara de continuidad y prudencia. “León XIV ha dado señales de querer profundizar la sinodalidad sin provocar fracturas. Su perfil agustiniano, su cercanía con los pueblos y su mirada social indican que se tratará de un pontificado de diálogo con los que se sintieron distantes en tiempos de Francisco”.

Lea también: El papa León XIV visitó de sorpresa un santuario de los agustinos a las afueras de Roma, ante cientos de fieles

El pontífice no tomará decisiones de gobierno inmediatas. Ha pedido tiempo. No nombrará nuevos prefectos ni alterará estructuras esta semana. Ha optado por dejar que hable primero la liturgia. Y eso, en la Iglesia, no es un gesto menor. Es una forma de decir que el centro sigue siendo el Evangelio, no la maquinaria institucional.

Al terminar esta misa, habrá comenzado, en el corazón mismo de la cristiandad, un nuevo intento de reconciliar firmeza con ternura, tradición con escucha, y poder con servicio. No será un camino fácil. Pero como escribió san Agustín, a quien León XIV suele citar: “Caminamos juntos. Soy cristiano con ustedes, y obispo para ustedes”.

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD