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Borran a Daniel Muñoz y a Jefferson Lerma de la Europa League, ¿qué sucedió?

Ambos colombianos, ilusionados con disputar este certamen, no podrán hacerlo con el Crystal Palace, pese a haberse ganado ese derecho.

  • Daniel Muñoz y Jéfferson Lerma no podrán participar en la Liga de Europa con su equipo el Crystal Palace. FOTO @CPFC
    Daniel Muñoz y Jéfferson Lerma no podrán participar en la Liga de Europa con su equipo el Crystal Palace. FOTO @CPFC
hace 18 minutos
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La multipropiedad en el fútbol mundial —esa silenciosa pero contundente barrera que se ha convertido en un obstáculo invisible— empieza a parecer una auténtica maldición para varios futbolistas colombianos que militan en clubes de renombre. La promesa de jugar en los torneos más prestigiosos del planeta se desvanece para ellos no por su rendimiento, sino por un entramado legal que los castiga por compartir dueños. Un sinsentido administrativo que golpea directamente los sueños de quienes han peleado su derecho en el campo de juego.

La primera víctima reciente fue James Rodríguez. El 10 colombiano estaba listo con el León de México para disputar el nuevo Mundial de Clubes que se juega por estos días en Estados Unidos. Sin embargo, la FIFA lo marginó del torneo debido a que ese equipo compartía dueño con el Pachuca. A pesar de que León había ganado su boleto en cancha al ser campeón de la Concachampions, el hecho de pertenecer al mismo conglomerado que Pachuca —otro clasificado— fue suficiente para que la organización los eliminara por considerar que incurrían en una mala práctica de competencia. James, como parte de ese ecosistema, pagó con su exclusión del certamen.

Ahora la desgracia vuelve a tocar la puerta de los cafeteros. Esta vez en el Viejo Continente, donde dos jugadores colombianos del Crystal Palace —club inglés que vive uno de sus mejores momentos recientes— quedaron fuera de la próxima Europa League, pese a haber conseguido el cupo legítimamente tras ganar la FA Cup contra el poderoso Manchester City.

Todo parecía en orden. La hazaña estaba hecha. El título copero les daba derecho a medirse contra gigantes del continente. Pero la UEFA, fiel a su reglamento sobre la multipropiedad, les cerró la puerta. ¿La razón? Crystal Palace comparte propietario con el Olympique de Lyon de Francia, y según las normas europeas, si dos clubes con el mismo dueño clasifican a torneos continentales, solo el mejor ubicado en su respectiva liga puede disputar el torneo de mayor jerarquía.

En este caso, Lyon terminó sexto en la Ligue 1, mientras que el Palace fue duodécimo en la Premier League. Aunque los ingleses fueron campeones de copa, la tabla liguera dictó sentencia. Así, los colombianos pasarán de la emoción de jugar la Europa League a conformarse con la Conference League, la tercera competición en importancia del continente.

A todo esto se suma otro capítulo paralelo y determinante: el Olympique de Lyon estuvo al borde del abismo financiero. El pasado 24 de junio, la DNCG, organismo francés de control económico, decretó su descenso administrativo a la Ligue 2 por una deuda que rondaba los 175 millones de euros. Parecía el camino despejado para que el Crystal Palace tomara el cupo europeo sin interferencias. Sin embargo, Lyon ganó su apelación. La DNCG revocó la medida, aceptó el nuevo plan de gestión financiera del club y confirmó su permanencia en la Ligue 1 para la temporada 2025-2026.

Con esto, el Lyon también retuvo su lugar en Europa. La institución francesa, siete veces campeona de liga, agradeció el apoyo recibido y se mostró optimista con la nueva presidencia de Michele Kang, quien asumió tras la salida de John Textor, señalado por la crisis económica. El club proclamó que esta decisión era “el primer paso para restaurar la confianza” y aseguraron estar listos para concentrarse en los objetivos deportivos de la próxima campaña.

Mientras tanto, los jugadores colombianos del Palace, que soñaban con hacer historia en Europa, deben ahora resignarse a competir en un torneo de menor prestigio. Un duro golpe para su proyección internacional, pero también una muestra más de cómo las decisiones dirigidas desde escritorios a miles de kilómetros de distancia pueden frustrar el trabajo y la ilusión de quienes solo tienen una camiseta, un balón y el sueño de representar con orgullo a su país.

La multipropiedad, que en papel suena como una estrategia de negocios, en la práctica se está convirtiendo en una trampa cruel para futbolistas que no tienen ninguna incidencia sobre las estructuras corporativas de sus clubes. El caso de James fue solo la antesala de un problema que parece extender sus raíces. Y ahora, con Lyon en el centro del tablero, los afectados directos son otra vez colombianos, esos que, a pesar de sus méritos, siguen viendo cómo el fútbol moderno les cambia las reglas a mitad de camino.

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