Luis Fernando Díaz, el guajiro que pasó de los potreros de La Guajira a las noches estelares de la Champions League, es reconocido en todo el mundo por su explosividad, talento y coraje dentro del campo. Sin embargo, a lo largo de su carrera, ese fuego competitivo que lo distingue también le ha jugado algunas malas pasadas. Hasta la fecha, el extremo colombiano ha visto seis tarjetas rojas oficiales, aunque ninguna de ellas ha sido producto de la violencia o la mala fe. Cada expulsión ha sido un reflejo de su carácter impetuoso, de esa manera de vivir el fútbol al límite que lo ha convertido en uno de los jugadores más intensos de su generación.
En Junior de Barranquilla
Durante su paso por el conjunto rojiblanco, entre 2016 y 2019, Luis Díaz fue una de las grandes joyas del proyecto deportivo del Junior. Su talento natural, su gambeta afilada y su valentía para encarar lo llevaron a ser figura muy joven, pero también a recibir dos expulsiones que quedaron registradas como parte de su aprendizaje.
La primera llegó el 20 de septiembre de 2017, en la Conmebol Libertadores, durante la vuelta de los octavos de final ante Cerro Porteño. En aquella noche en el Metropolitano, Junior venció 3-1 y clasificó con autoridad, pero Díaz debió abandonar el campo al minuto 74’ tras recibir la segunda amarilla. Fue una falta de entusiasmo más que de malicia, propia de un jugador que aún descubría cómo medir sus revoluciones en el máximo nivel.
Un año más tarde, el 3 de septiembre de 2018, volvió a ver la roja, esta vez de manera directa, en la fecha 7 del Torneo Finalización ante el Deportivo Cali. El partido terminó 1-0 a favor de los azucareros, y Díaz se marchó expulsado al minuto 51’ por una entrada fuerte en mitad de campo. Fue una acción imprudente, más fruto del ímpetu que de la agresividad, que sirvió para templar aún más su carácter competitivo.
En el Porto
Ya consolidado en Europa, Luis Díaz se transformó en uno de los jugadores más desequilibrantes de Portugal. Su paso por el Porto estuvo lleno de goles, títulos y actuaciones memorables, pero también de dos expulsiones que no empañaron su huella en el club.
La primera se produjo en un escenario grande: la final de la Taça de Portugal el 1 de agosto de 2020, ante el eterno rival, Benfica. Díaz fue protagonista en la victoria 2-1 del Porto, aunque se fue a las duchas tras recibir dos amarillas (38’ y 90’). Pese a su expulsión, el equipo levantó el trofeo y él celebró como un campeón más, con lágrimas de emoción en los ojos.
La segunda ocurrió el 10 de febrero de 2021, en la semifinal de ida de la Taça de Portugal contra Braga. Aquel duelo terminó 1-1 en Do Dragão, pero Díaz fue expulsado al minuto 70’ con roja directa luego de una dura falta sobre un rival. Otra vez, una muestra de su intensidad, de esa fuerza interior que no entiende de pausas cuando el balón está en juego.
Con la Selección Colombia
El capítulo con la Selección Colombia también tiene su propio episodio. En la Copa América de Brasil 2021, durante el empate 0-0 ante Venezuela el 17 de junio de 2021, Díaz fue expulsado al minuto 90’. Fue una acción dividida, una disputa por la pelota que terminó en falta y roja directa. La imagen del guajiro saliendo con frustración contrastó con su desempeño general en el torneo, en el que se consolidó como figura y terminó siendo uno de los máximos goleadores.
Un jugador intenso, competitivo y sin mala intención
Con la reciente expulsión sufrida frente al Paris Saint-Germain, Luis Díaz acumula seis tarjetas rojas oficiales en su carrera profesional. Sin embargo, más allá de las estadísticas, lo que define al colombiano es su espíritu de lucha. En cada cancha, sin importar el rival ni la circunstancia, Díaz juega con el corazón en llamas, entregando cada gota de energía al servicio del equipo.
Su estilo de presión constante, su energía en los duelos y su entrega total son rasgos que lo han elevado hasta la élite. Pero, como todo guerrero, ese mismo fuego que lo impulsa también lo ha llevado a cometer errores que paga con sanciones. Lo cierto es que nunca hubo malicia en sus actos: solo pasión, intensidad y el deseo inquebrantable de ganar.