No importó la lluvia. Tampoco el suelo mojado, que por lo general dificulta el pedaleo en las bicicletas de carbono para escalar. A Jonas Vingegaard solo le interesaba una cosa el domingo en la octava etapa de la Vuelta a España: recuperar el liderato de la clasificación general, o intentarlo. Por eso desde que faltaban ocho kilómetros para la llegada a Zaragoza, donde terminó la fracción, apretó los piñones, aceleró el paso.
En pocos metros abrió un hueco con Joao Almeida, que lo perseguía. Vingegaard, delgado y blanco como siempre, pero con el rostro con una expresión demacrada por el esfuerzo sobrehumano que hizo para intentar acortar la diferencia de más de dos minutos que le sacaba Torstein Traen y vestirse de rojo. Las gafas mojadas. Gotas de sudor, pero también de lluvia cayéndole por la barbilla. Los dientes apretados para tolerar el dolor en las piernas y al final el beso a la mano que es saludo a su familia cuando cruzaba la meta primero: Vingegaard ganó la octava etapa de La Vuelta.
Fue su segundo triunfo en esta edición de la ronda ibérica. El pedalista danés, líder del Visma Lease a Bike, también se quedó con la victoria en la segunda etapa de la Vuelta en un sprint apretado en terreno montañoso. A pesar de su victoria en Zaragoza, Vingegaard no recuperó la camiseta roja de líder de la general. Torstein Traen, un corredor que superó un cáncer de testículos, sigue siendo primero en la carrera.
El norugeo, de 30 años, que corre para el Bahrain Victorious, logró mantenerse en la primera casilla de la general, pero perdió casi dos minutos de diferencia con Jonas, quien todo apunta será el ganador de esta edición de la ronda española. A la etapa del domingo llegó con una diferencia de 2 minutos y 33 segundos. Entre tanto, después de la octava fracción, la distancia se redujo a 30 segundos.
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