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Ego y Yo

hace 12 horas
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  • Ego y Yo

Por fanny wancier karfinkiel - fannywancier7@gmail.com

En español, latín, griego, sánscrito y en todo el grupo de lenguas germánicas pertenecientes a la familia de lenguas indoeuropeas, el “Ego” y el “Yo” son equivalentes sin embargo suelen definirse según el “cristal con que se mire”, expresión de Ramón de Campoamor que plantea la idea de que la percepción depende de la perspectiva individual, el enfoque y el contexto.

Para la psicología cognitiva el Yo tiene que ver con el sistema de creencias que hace a la persona mirarse a sí misma y su relación con el mundo, mientras que desde la psicología evolutiva el Yo cambia a lo largo de la vida y tiene un papel fundamental en la adquisición de la identidad. La famosa frase “pienso luego existo” del filósofo Descartes (1596-1650) hace del yo pensante la base de una existencia con autoconciencia, mientras que para Kant (1724-1804) el yo puro o ego trascendental simplifica la percepción de los órganos de los sentidos y de los conceptos globales, haciendo que el egocentrismo o yo individual pierda importancia para poder actuar por el bien común. Según Freud el padre del psicoanálisis (1856-1939), el Yo es una organización de neuronas que tienen funciones de adaptación, inhibición y defensa conducidas consciente o inconscientemente por la realidad interna y externa, y también es una parte de la personalidad que se manifiesta en el amor a sí mismo. Damasio (1944) actual neurocientífico, psicólogo y filósofo portugués considera que el Ego almacena recuerdos, juicios y comportamientos que influyen profundamente en cómo percibimos y respondemos a la realidad. Para Byung Chul-Han (1959) filósofo sur coreano, teólogo católico y ensayista, el Ego no está capacitado para escuchar y hay que dejarlo en suspenso para que se abra la “caja de resonancia” y el oyente se interese por el otro. Por su parte el historiador israelí Yuval Noah Harari (1976) sostiene que el Yo no es una entidad independiente sino una construcción social y cognitiva del cerebro que, aunque no es una verdad objetiva o esencial, es una herramienta que facilita la experiencia y la interacción social.

Al Yo lo define la historia o novela familiar, la pertenencia, el oficio, el entorno, si beneficia a otros, a sí mismo, o a ambos. Hoy día la “cultura del Ego” no se orienta hacia la valoración equilibrada del Yo sino a un individualismo desbordado de lo que somos o podríamos llegar a ser. Retomar al “egoísta maduro” de Nietzsche que, comprendiendo la conexión entre todo lo que existe actúa en su propio interés y simultáneamente tiene en cuenta el beneficio mutuo, contrarresta el individualismo y la tendencia a la autopromoción competitiva que se observa en las plataformas digitales, la familia, la pareja, los amigos, las relaciones laborales y políticas.

El Ego y el Yo representan la misma identidad con dos maneras distintas de percibir: la del egocentrismo individualista o la del egoísmo cooperativo. Depende de usted con que cristal prefiera mirarse, qué acciones decide tomar y que precio está dispuesto a pagar por ellas.

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